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El puente

Nuevo invento El Puente: Una revolucionaria estructura que conecta comunidades separadas

El puente es un radical y nuevo invento que tiene la capacidad de conectar comunidades separadas o distantes, permitiendo a las personas a llegar a sus destinos de manera más rápida y eficiente. Este invento puede ser una alternativa ecológica para reducir la dependencia de los medios de transporte tradicionales, y además tienen un menor impacto ambiental.

El puente puede ser construido utilizando materiales sustentables y ecológicos, como madera y piedra. La construcción del puente puede ser técnica y necesitará un equipo de ingenieros y empleados, para assegurar la estabilidad y la seguridad del puente.

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Debido al gran interés y la demanda creciente de un medio ambientemente amigable y eficiente de transporte, El puente puede ser una solución para las comunidades que individualmente no tienen acceso a los medios de transporte convencionales o desean reducir su impacto ambiental. Con el creciente desarrollo de tecnología y tecnologías de construcción sustentable, el puente puede ser una solución viable, eficaz y sostenible para conectar comunidades separadas en todo el mundo.

Cris caminó por una hora hacia a la estación del metro que estaba tras un par de kilómetros de su colonia, cris se encontró con la noticia de que el metro ya no tenía servicio a esta hora, así que sin un rumbo fijo decidió continuar caminando. Por encima de las vías del tren, pasa un puente vehicular, el cual ayuda a los vehículos a pasar al otro lado de las vías, así como alguno que otro temerario que prefiere usar el borde del puente, en vez de solo caminar un par de cuadras hasta el puente peatonal.

Cris continuó caminando por el lado del puente, entre él, y un conjunto de locales que formaban una cuchilla que apuntaba justo a la barda perimetral de las vías. Cris llegó al final de dicha cuchilla y continuó caminando debajo del puente, en búsqueda de algún lugar, algún rincón en el que pueda acurrucarse a dormir lo que queda de la noche, sin embargo, solo logró encontrarse con pilares en forma de cilindro, que no ofrecían protección alguna, ¿de qué? Ni él sabe, solo sabe que quiere sentirse rodeado de asfalto, en alguna posición en la que pueda protegerse como una rata acorralada.

Cris seguía caminando por la calle obscura, a su derecha la barda del tren y a su izquierda, una fábrica de algún químico, que siempre tenía un olor a chile piquín. A lo lejos, por debajo del puente vio un grupo de muchachos tomando mientras miraban un tambo arder.

Cris estaba asustado, trató de pasar desapercibido, trataba de no voltear a verlos, pero no podía evitar mirarlos fijamente como si en cualquier momento fueran a asaltarlo, claro cuando uno es niño cualquier muchacho de más de 16 años parece un señor. Irónicamente, el tratar de pasar desapercibido fue lo que más llamó la atención de uno de los muchachos, el muchacho le gritó a Cris para llamar su atención, sin embargo, Cris al escucharlo, inmediatamente empezó a correr asustado.

Aquel muchacho fue tras Cris hasta un callejón sin salida, así que se acercó lentamente hacia el para que no tratara de correr.

—No te voy a hacer nada wey, te quiero ayudar — le dijo al acercarse con su acento propio de una persona que vive en la calle. —¿Te perdiste?… no debes de estar solo de noche, te ayudo a regresar con tus jefes. — decía el muchacho mientras se acercaba cada vez más a Cris.

Entre más se iba acercando a Cris, Cris sentía como sus piernas comenzaban a falsear, las manos le temblaban y le sudaban, sentía como si estuviera intoxicado por algo que comió, la boca se le secó, así que apenas y podía pasar saliva.

—No te voy a hacer nada carnalito, soy Micky ¿tu cómo te llamas? — dijo Miguel.

—Christofer. — Contestó con un nudo en la garganta.

—¿Quieres que te ayude a regresarte a tu casa? — Preguntó Miguel.

Cris negó con la cabeza.

—Vente pa’ aca con nosotros, para que no andes solo. —

Cris lo pensó un momento, luego asintió con la cabeza, todo el cuerpo le temblaba, y sentía que se iba a desmayar. Miguel se acercó a él y con la mano en el hombro se lo llevó con sus amigos.

Mientras caminaban hacia donde estaban sus amigos, Cris iba reflexionando sobre la situación en la que estaba metido, ¿Debería o no confiar en ellos? Su experiencia decía que no, sin embargo, ya estaba ahí, también pensó en echarse a correr una vez más, pero ¿A dónde? Estaba muy lejos de casa, y no había otro lugar que lo hiciera sentir seguro, además ¿Qué le pueden quitar? No trae un zapato, y tampoco alguna pertenencia que valga la pena, solo un billete de 20 pesos que planeaba usar para irse en el metro.

—¿Qué pedo Miguel? ¿si lo encontraste? — dijo uno de ellos.

—Simón, Corre bien rápido el cabrón, va a pasar la noche con nosotros y mañana vemos que pedo con él. — dijo Miguel mientras le tomaba el hombro.

Para Cris estas personas parecían delincuentes. Y a decir verdad para los vecinos también.

—¿Te perdiste carnal? –dijo uno de sus amigos.

Cris se quedó callado.

—¿sabes dónde vives? — dijo Miguel.

Cris negó con la cabeza.

—El número de tus jefes. — continuó preguntando

—no… no tengo familia. — dijo Cris con la voz apagada.

–Eres de la calle carnal… no hay falla, aquí te ayudamos – dijo otro amigo de Miguel

–Ahorita nos vamos a mi cantón, tengo un carnalito de tu edad, a lo mejor se hacen compas, si quieres, te puedes quedar en mi chante un tiempo, mientras vemos que hacer contigo –

Cris se sentó en la especie de banqueta que formaban los pilares del puente, después de estar ahí un rato la lumbre comenzaba a apagarse, así que Miguel les dijo que era momento de ir a su casa para continuar tomando ahí.

–Oye carnal, ¿no te quieres dormir un rato? Vente pa’ acá en mi chante te duermes. – dijo Miguel mientras movía un poco a Cris, ya que se estaba quedando dormido. Toda la bolita se fue caminando por el único camino que tenía esta zona.

Todos entraron y mientras tomaban un lugar en la sala, Miguel se metió sigilosamente a un cuarto al fondo.

 –Carnalito… oye Carnalito. – susurraba mientras movía suavemente un niño que dormía en la habitación.

–¿Qué pasó Miguel? – dijo el niño aun mormado. –Traje un chavito, se va a quedar aquí. – contestó Miguel.

–Aaaagh si wey, ya deja de estar chingando. – dijo el niño mientras se acomodaba su almohada. Miguel salió del cuarto y buscó a Christofer.

–Chamaco, ya te puedes ir a dormir, ahí está el cuarto. –

–No me quiero dormir. – contestó Cris.

–Vete a descansar chamaco, ya es tarde. Ándale chamaco, ven. – Miguel lo jaló del hombro y lo empujó hacia el cuarto. –Ahí duérmete, con mi carnal, se llama Fernando. –

Miguel salió del cuarto dejando solo una leve penumbra de la luz de la farola afuera de la casa, después de estar parado frente a Fernando en un silencio incomodo Cris le preguntó –¿Me dejas dormirme aquí? – Fernando solo tomó con su mano la almohada que tiene atrás y se la aventó al piso.

Los demás muchachos continuaron tomando hasta que se quedaron dormidos en la sala.

Por la mañana, uno de los chavos se levantó y despertó a todos, después de recobrarse de la noche anterior, luego se fueron de la casa de Miguel. Miguel recogió un par de botellas de cerveza y las acomodó en la pared, luego abrió la puerta del cuarto.

Miguel vio a Cris durmiendo en el piso, así que despertó a su hermano. –PÁRATE CABRÓN, –gritó mientras le sacaba las cobijas con enojo –¿Por qué chingás está el niño durmiendo en el piso? –

–Pues ese wey ahí se quiso dormir. – dijo Fernando enojado.

El ruido despertó a Cris. Mientras Cris sus ojos estaban cambiando paulatinamente de blanco a un color rojo fuerte mientras se iba despertando.

–Ya me voy a chambear, ahí te quedas con ese wey, trátalo bien cabrón. – dijo Miguel mientras se ponía una chamarra.

–Siii – respondió Fernando de mala gana.

–Ahí hay comida en el refri. Se la calientan, nos vemos al rato, y arreglas la casa– gritaba mientras salía de la casa.

Fernando se levantó de su cama y de mala gana comenzó a recoger todo el tiradero que había dejado su hermano y compañía. Cris lo siguió hasta la sala, y lo observó mientras limpiaba todo.

–A mí también me caga limpiar lo que dejan los demás. –  dijo Cris apenado, Fernando solo lo volteó a ver, y le puso los ojos en blanco.

–Ayúdame a recoger wey. – dijo Fernando fastidiado.

Cris tomó un par de envolturas de botana y las puso en un bote de basura que estaba al lado de la puerta principal, luego tomó un par de vasos de vidrio, algunos aun con cerveza, los vació en el lavabo de la cocina, y le preguntó a Fernando.

–Estos ¿Dónde los pongo? – preguntó mientras levantaba los vasos para que Fernando lo viera. –Ahí déjalos en el lavabo… también vacía las latas, las aplastas y las hechas en una bolsa. –

–¿Dónde están las bolsas? –

–Mira… échalas aquí. – Dijo Fernando mientras sacaba una bolsa de basura de una bolsa de mandado con más bolsas dentro. –Vamos a desayunar primero ¿no?, ¿Te gusta el cereal? Hay leche y cereal Corn-flakes. – dijo mientras abría el refrigerador y sacaba un cartón de leche.

–¿no tienes café? – Preguntó Cris.

–¿Café? … mi carnal tiene uno por aquí… si, aquí esta. Mira, pon agua en esta olla y prepárate el café ¿Si sabes prender la estufa? – contestó Fernando mientras continuaba arreglando la casa

–Si. – dijo Cris mientras buscaba el encendedor.

–El encendedor esta alado de la estufa. –

¿Cómo te llamabas? –dijo Fernando mientras continuaba recogiendo la casa.

–Christofer. –

–Soy Fernando… ¿Por qué te trajo acá mi carnal? –

–Andaba en la calle en la noche, me dijo que nos viniéramos acá para que no me pase nada. – Cris contestaba mientras servía agua en una taza

–¿y tus papás? – dijo Fernando

Cris contestó enojado. –…no tengo. –

–¿Se murieron? –

–No, nomás no les importo. –

–Tranquilo wey, yo sé lo que se siente. A mi mamá no le importamos, se fue con su novio, y nos dejó acá a mi carnal y a mí. Luego viene mi tío, pero no está mucho rato acá, nomás nos viene a ver como andamos y se va. ¿Te vas a quedar aquí o…? –  

–No sé, la verdad no tengo a donde ir. – dijo Cris.

–Ya… pues si quieres puedes quedarte aquí… bueno… hay que ver que dice el Miguel. ¿Te gustan los videojuegos?… Mi tío me regaló una consola, tiene dos palancas, Vente al cuarto, vamos a jugar un rato. –

–Pero ¿y la casa? –

–Tenemos todo el día para arreglarla. Vente– gritó mientras lo invitaba con la mano.

Miguel había quedado solo después de que su madre los abandonase, nunca conoció a su padre, pero vaya que conocía a sus padrastros, cada que llevaba uno nuevo a la casa su madre les pedía que se comportarán lo mejor posible, a ver si este era el correcto. Cuando fue conociendo a todos estos sujetos fue poco a poco distanciándose de sus hijos, eventualmente fue agarrando un gusto por el alcohol que había en los lugares donde solía buscar pareja, con el tiempo sus amistades y los lugares que frecuentaba la impulsaron a enviciarse en cocaína, esto aunado a la pésima relación que entablaban sus hijos con sus parejas provocó que finalmente se fuera con uno de sus novios, dejando a Miguel a cargo de Fernando y a su suerte.

Fernando sacaba adelante a su carnalito vendiendo dulces en las combis, aunque pareciese un negocio que deja pocas ganancias, la verdad es que les iba bastante bien, además a veces solía hacer robo a transeúnte, con bastante frecuencia cuando las combis lo alejaban lo suficiente del lugar donde vive.

Esta semana habían caído algunas bicicletas, que era lo único que podía vender sin que nadie le pidiera una tajada de lo que había sacado. Las carteras y teléfonos, usualmente se dividían entre los que estaban trabajando en la zona.

Miguel fue a una tienda que vendía puros saldos, donde se encontró con algunos de sus amigos que también solían vender en la zona, se saludaron y comenzaron a hablar trivialidades sobre cómo la gente no les quiere comprar.

—…yo por eso llego directo al agravio, Carnal, que me tema la gente, solo así te compran los culeros— Decía uno de ellos con ese tono característico de la gente de la calle.

Miguel habló un rato con ellos mientras le surtían de sus dulces, luego los echó en una caja de cartón forrada con cinta canela, y se fue a esperar la primera combi que pasara.

Como a eso de las 3 pm. La venta había sido próspera, y tenía una buena feria para la comida del día y para echarse unas chelas con sus compas cuando se reunieran el día de hoy.

Se solían reunir en el lugar donde encontraron a Cris, ahí solían planear lo que harían en la semana para lograr subsistir.

—¿Qué tranza we? ¿si se va a armar la hazaña o que carnal? — dijo Gustavo a Miguel.

—¡Mch!, no se wey, al chile siento que es mucho riesgo. Aparte ¿Cuánto puede tener el ruco ese en su caja? —

Gustavo le contestó poniéndole el brazo en la espalda:

—Ahí está lo chido ¡viejo!, al chile ese ruco tiene una caja fuerte donde guarda todo lo de la vinatería, ya luego se lo lleva al banco. Nosotros vamos a llegar antes que se lo lleve. —

Miguel estaba bastante dudoso, el dinero que pudieran tener en la caja fuerte, no valía la pena por asaltar el lugar, sin embargo, iba a ir en grupo, y con un cuete; eso le dio algo de confianza en el plan.

Por otro lado, Cris y Fer estaban afuera de su casa jugando con una bicicleta, uno corría en ella y el otro tomaba el tiempo. Luego cambiaban de lugar y trataban de batir su récord, se inventaban reglas, como que si derrapaban se sumaba tiempo, o si saltaban por un montículo de grava.

Cuando se cansaron, Cris y Fer descansaban en el escalón de la entrada de la casa.

–Oye Amigo. – Fernando preguntó nervioso.

–¿Qué pasó? –

–¿Te puedo preguntar algo y no te enojas? –

Cris con algo de pena aceptó, pues ya sabía lo que iba a preguntar.

¿Por qué tus ojos cambian de color? –

–Porque si… – dijo Cris incomodo.

–Pero… ¿Tú los cambias, o se cambian solitos? –

Cris suspiró –Ambas… –

Un silencio incomodo los rodeó.

–oye… me caíste bien, ¿Te vas a quedar a vivir con nosotros? – dijo Fernando.

–No sé, creo que depende de tu hermano. –

–Yo sé que él te va a dejar, así ya no ando solito. Siempre quise tener un hermanito. –

–¿y tu carnal? –

–Ósea si es mi hermano, pero… alguien de mi edad, alguien con quien jugar, siempre ando solo en la casa. –

–¿No tienes amigos en la escuela? –

–Si, pero… pues no es lo mismo. –

–Pues ¿somos amigos? ¿No? –

–Si wey por eso quédate. –

–Yo también quiero quedarme, pero al final tu hermano es el que manda. –

–Yo lo convenzo, tú no te preocupes. –

–Oye wey, ¿no quieres una coquita? – Fernando se levantó

–Simón, ¿tienes? –

–No we, pero en la tienda de la esquina venden. –

–Oye, pero yo no traigo lana. – dijo Cris mientras se buscaba nada en sus bolsillos.

–Ni yo tampoco. Pero mira. – Fernando se acercó a Cris y le dijo al oído. –yo creo que el don, no se daría cuenta de que le faltan dos cocas de vidrio, además el refri está en la mera entrada. ¿Le entras? –

–…No sé, y ¿si nos cacha el don? –

–No pasa nada, lo hago muchas veces y ni cuenta se da, ¡Vamos! –

– es que no me quiero meter en pedos. –

–No pasa nada, vente–

Fernando y Cris se fueron a la tienda de la esquina. Ahí escucharon al señor que atiende hablar con su esposa.

¡Laura!, oye ya no hay jabón Zote, hay que comprar más al rato. –

–¿No hay ahí en la repisa? –

–Noo ya se acabó. –

Fernando y Cris estaban escuchando esto escondidos con la pared de la entrada.

Vas wey, tu vigilas y yo me chingo las cocas. –

Cris negó con la cabeza.

–Tu hazlo, es de volada. –

Cris caminó a la entrada, y Fernando lo jaloneó.

–aguanta, aguanta, tiene un timbre de esos que suenan cuando pasas por ahí, pásate a gatas. –  susurró Fernando.

Cris pasó agachado para no hacer sonar la alarma. Ya se encontraba en el mostrador de la tienda, mientras que Fernando trató de abrir el refri sin hacer ruido.

Fernando abrió el refri y se dio cuenta que las cocas pequeñas estaban atrás de los refrescos de 3 litros, pero él no se iba a ir sin su refresco. Así que silenciosamente comenzó a bajar los refrescos al piso, mientras que Cris vigilaba la trastienda que el tendero no regresara.

En eso Cris ve la silueta del señor que se dirigía a la tienda. Cris asustado, hacia señas con la mano a Fernando y cuando el señor estaba a punto de cruzar la cortina gritó hacia el piso:

–¡Viejo! Ayúdame, ven córrele. – imitó perfectamente la voz de la señora. La silueta se detuvo. –¿QUE? – gritó el señor. La silueta se volteó.

–¿QUÉ PASÓ? –

–Ven Viejo – Continuó Cris.

Fernando tomo las cocas, y subió rápidamente los refrescos de nuevo al refri. Cris lo volteó a ver, estaban sudando frio. Ambos Salieron de la tienda corriendo, Cris salió tras él, iban corriendo y riéndose.

–Te mamaste, le hiciste igualito que la señora. –

–No manches, pensé que nos iba a cachar. –

–Te rifaste cabrón. –dijo Fernando mientras le ofrecía la coca a Cris.

—Gracias we. —  

Llegó la noche, por ahí de las 7 Cris y Fernando estaban cenando, Cris había hecho huevo en chile verde con lo poco que había de verdura ahí. A unos minutos de haberse sentado a comer, llegó Miguel. –Ya llegué carnalito, ¿Qué andan haciendo? – dijo mientras dejaba su chamarra en el sillón.

–Mira Miguel, Christofer hizo este guisado con lo que había en la casa. –

–ah ¿sí? … que bien, se ve rico, sírveme un plato. – Dijo Miguel mientras se sentaba en la mesa.

–pruébalo, cocina chido. –

–si huele rico. … veo que sabes cocinar amigo, y la casa se ve bastante limpia, cuando dejo a este cabrón solo, nomás esconde las cosas para no arreglar. –

–Lúcete Miguel, Lúcete –dijo Fernando entre dientes.

–No estoy en mi casa, lo menos que puedo hacer es ayudar con el quehacer. – dijo Cris mientras le servía un plato.

Todos estaban ahora sentados en la mesa, comiendo.

–Bueno… pero aun así tengo que preguntarte ¿de dónde eres carnal? –

–de ningún lado, vivo en la calle. – dijo Cris.

–y ¿tus papás? ¿no tienes casa? –

–no…–

–‘ta bien culero ese pedo, yo también me la he pasado en la calle carnalito, pero tú no tienes que pasar por ese pedo, si quieres; te puedes quedar acá con nosotros. –

– si me gustaría, pero… no quiero ser una molestia. –

–para nada carnal, nomás que, si te quedas acá, quiero que estudies, ¿has ido a la escuela? –

–Hasta tercero–

–Pues te metes este año para que sigas estudiando– Miguel se levantó de la mesa y puso su plato en el lavabo.

—Carnalito, el viernes tengo que hacer unos bisnes, así que se quedan igual que hoy, los dos solitos aquí, sin que se salgan ni hagan ninguna jalada ¿oíste? — dijo Miguel

—Si. — contestó Fernando de mala gana.

Miguel continuó toda la semana vendiendo dulces hasta que llegó el viernes, en punto de las 4 de la tarde, se reunió con Gustavo y los demás, cerca del parque de los ciervos.

Subieron a un taxi y se dirigieron a la vinatería que iban asaltar. Miguel y gustavo entraron a fingir comprar.

Gustavo y Miguel inventaban una conversación sobre las botellas que iban a llevar a la fiesta, muy inverosímil por cierto, hacían tiempo mientras salían los clientes, mientras que los otros dos chavos no dejaban pasar a las personas inventándoles que ahorita estaban cobrándole piso al dueño.

Cuando todos los clientes se fueron por fin, gustavo y Miguel se voltearon mientras que sacaban sus pistolas.

—¡Órale Hijo de su puta madre!, dame la lana de la caja fuerte. — Gritó Gustavo mientras se acercaba a apuntar al tendero.

Miguel se quedó apuntando a la puerta que llevaba a la trastienda.

El tendero levantó las manos hasta su frente y volteó hacia su caja fuerte que se encontraba encima del refrigerador que tenía a sus espaldas.

Cuando el don se acercó a la caja fuerte, sacó a escondidas una pistola, de entre la caja y el mueble de al lado, luego de que el don la tomara con cuidado gustavo le gritó golpeando en el cristal que separaba el mostrador de la tienda.

—Es en corto, pinche ruco, o ¿quieres que te ponga un plomazo? —

El señor volteo súbitamente apuntando la pistola con ambas manos, como si de una escopeta se tratara.

Miguel lo vio y rápidamente le dio 2 disparos que lo tumbaron boca arriba en el piso.

—Puta madre, Vámonos a la verga wey. — Gritó Gustavo.

Salieron corriendo de la tienda y subieron en putiza al carro. Luego se fueron de ahí, sin embargo, varios de los vecinos habían notado el carro y los escoltas en la entrada de la vinatería, así que habían puesto dedo a la policía.

Miguel que venía manejando, condujo como loco hasta salir de la colonia a la carretera, sin embargo, ya estaba plaqueado el taxi, así que lo primero que se toparon fue una patrulla que les cerró el paso de el acotamiento a la carretera. Miguel aceleró y continuó derecho hasta la entrada del acotamiento en sentido contrario, por la cual entran los carros que quieren salir de la autopista, luego trató de conducir en sentido contrario por la autopista, sin embargo, al girar en el caracol se encontró de frente con un carro que lo hizo girar y salir de la carretera.

El carro se estrelló contra la balla central de la carretera que divide ambos carriles. Afortunadamente todos estaban bien, sin embargo, Gustavo se había golpeado con el parabrisas.

Aturdidos, pero aun con la adrenalina a tope, salieron como pudieron del carro y cruzaron la autopista. Gustavo logro escapar de la policía escondiéndose dentro del pueblo cercano, en una casa abandonada. Los otros dos chavos se los llevó la patrulla que estaba en la entrada. Y a Miguel no le quedó de otra más que entregarse cuando vio que el policía de la camioneta de atrás estaba apuntándole.


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