El hombre que pensaba

Abrí el grifo lentamente con el simple objetivo de observar como lentamente crecía el flujo de el agua que caía sobre un plato todavía sucio con salsa de tomate, esa salsa llevaba en el plato unos 4 dias así que ningún chorro de agua iba a ser lo suficientemente potente como para que el plato se limpiara por si mismo, así que simplemente lo miraba.

Veía como el agua chocaba con el plato y se esparcía por la pileta en una suerte de pequeña explosión mientras pensaba;

¿cómo puedo estar tan jodido? ¿es una racha de mala suerte o realmente soy patético a la hora de desenvolverme en el mundo? lo único que me era certero, era esta sensación de querer desaparecer sin dejar ningún rastro, que nadie me busque, que nadie me llame, convertirme gradualmente en arena y dejar que el viento se lleve todo lo que viví en estos 29 años.

-Martín! Martín!

Una voz habló, y me extirpó de esa carcel mental casi como de un golpe

-Si no pensás en tocar un solo plato, cerrá ese grifo. El agua no es gratis.

-Está bien, mamá

Cerré el grifo y caminé hacia mi habitación, era un pequeño sotano de 3×2 al que se podía entrar por la parte trasera de la casa pasando por una escalera, al dar un paso al primer escalón ya se podía sentir el olor a tacabo, daba igual el horario, si yo estaba presdente o no, el hedor estaba impregnado en el lugar tal como si fuera una capa de pintura en una pared.

Tras abrir la puerta se podían ver dos cosas que resaltaban más que cualquier otra; el desorden y los utencilios de cocina sucios acumulados, ollas, sartenes, platos, tenedores, cuchillos y cucharas con marcas blancas.

De mi pequeña mesada agarré el paquete de cigarrillos que estaba entre algunos encendedores rotos, papeles viejos y bicarbonato de sodio esparcido.

A primera vista no tenía cigarrilos, después de golpearlo un poco y dejar el paquete boca abajo mientras lo balanceaba como un sonajero cae al suelo mi único cigarrillo, lo dejé posando en mis labios y con el chispero de un encendedor roto prendí el fuego de una hornalla, con ese mismo fuego encendí el cigarrillo mientras aún posaba en mis labios.

Aun que todos los cigarros se vean en apariencia iguales, hay algunos que son más especiales que otros a la hora de fumarlos; este era el último, por ende tenía que sentarme a disfrutarlo, pero.

Al recordar cigarrillos especiales recordé uno en especifico;

Llevabamos 1 mes saliendo y nunca habíamos tenido intimidad…hasta esa noche, creo que fue la última vez que me sentí tan vivo, después de terminar mi corazón todavía latía a un ritmo que sólo con drogas podía llegar a alcanzar, podía sentir el calor de mi interior resbalandose por mi piel y el calor de su brazo enrrollado sobre mi abdomen, fue ahí cuando dejé el cigarrillo posando en mis labios como siempre hago, la diferencia fue que ésta vez ella agarró el encendedor y lo prendió por mi, mientras me miraba a los ojos.

Esa fue la última vez que realmente un cigarro se sintió especial, ya pasaron 6 meses, ¿quién lo diría que solo una semana después, ella se despediría para nunca volver? si no hubiese sido tan inmaduro tal vez ella seguiría estando aquí pero realmente ¿quién sabe?

Al final no pude disfrutar mi cigarro, por quedarme pensando en si debería llamarla o no, analizando los pros y los contras, cuando volví a estar en el momento presente, lo que era un tabaco enrollado se transformó en una ceniza desparramada por el suelo.

En un movimiento rápido, extendí el brazo por debajo de la cama, tomé una caja negra en forma de maletín pequeño, la abrí y ahí estaba

Mi revolver, siempre lo mantuve muy limpio y en perfecto funcionamiento, podías ver tu reflejo en el tambor del mismo, a ese nivel.

y mientras miraba mi reflejo solo pude hacer lo que mejor se me daba, pensar;

… ¿un arma puede considerarse una herramienta? ¿que cosas pueden llegar a considerarse una herramienta? Un trabajador puede considerarse reemplazable y está ahí para cumplir una función, ¿los trabajadores somos herramientas? ¿así nos miran los de más arriba?

Cuando trabajé en esa empresa de porquería, sin dudas me sentí como una herramienta.

Dejé mis ideas, mi energia, mi tiempo… en un momento sentí que me robó una parte de mi pasión.

Y cuando me sentí asfixiado, oxidado… me desecharon.

Me miré a los ojos a mi mismo a través del brillo del revolver, coloqué el cañon por debajo de mi mandibula y disparé.