Es, literalmente, un caso clásico de libro de texto de un psicópata con complejo de salvador y una racha destructiva. AMLO siempre estuvo desequilibrado desde sus primeros años en la política, y la gente debería haberse dado cuenta. No podía comprender lo que algunos de sus propios consejeros y figuras experimentadas en la política le decían sobre gobernar con moderación y pensar en el bien común, que un líder no siempre tiene que estar consumido por su búsqueda de poder o venganza. Pero AMLO desestimaba esto, creyendo que solo a través de su voluntad se podía rehacer México. Veía a las personas que no lo seguían como obstáculos o, peor aún, como no-entidades. Todo esto fue evidente desde su ascenso a la presidencia; así es como nos presentaron a Andrés Manuel López Obrador.

No cambió en absoluto durante todo su mandato, literalmente tenía la misma mentalidad. Porque, sorpresa, los megalómanos no cambian. AMLO muestra todos los signos claros de un megalómano y un psicópata, siendo egocéntrico: si observas de cerca, verás que cada acción que AMLO ha hecho o tomado siempre fue para él, en su favor o le benefició. A la gente le encanta argumentar que AMLO hace todo para liberar al pueblo de la corrupción y la desigualdad, pero honestamente, no lo hace. Sus "programas sociales" no se tratan del bienestar de la gente; se tratan de él cumpliendo su destino como el "presidente del pueblo" y acumulando poder político.

Su falta de empatía también es muy prominente a lo largo de su gobierno. Cada persona con la que AMLO se cruzó durante su mandato, la manipuló, atacó o usó como una herramienta para avanzar en sus propios objetivos. Por ejemplo, cuando criticó a sus predecesores y a cualquier adversario político, lo hacía con un desapego frío. Esto no solo se debía a sus desacuerdos con ellos; también fue porque, en su mente, ya no eran útiles para sus ambiciones. Su eliminación política fue solo un paso necesario en su camino hacia el poder absoluto.

El despido de ministros y funcionarios clave es otro ejemplo claro. AMLO les ofrecía la opción de alinearse con su visión o dejar sus puestos. Cuando se negaron, los removió del cargo sin pensarlo dos veces, a pesar de los consejos de otros de mantener la estabilidad en su gobierno. Vio su desacuerdo no como una diferencia de opinión, sino como una afrenta a su autoridad que debía ser extinguida. Las personas a las que gobernaba no eran individuos con vidas y preocupaciones propias; eran simplemente piezas en el tablero que necesitaba controlar o eliminar.

Su deseo de que el pueblo de México lo defendiera fervientemente, a pesar de ser en su mayoría ciudadanos comunes que solo querían vivir en paz, ilustra aún más su desconexión de la realidad. No podía entender por qué no acudían en masa a su causa, por qué no defendían con entusiasmo sus decisiones y políticas. Para AMLO, cualquiera que no estaba con él estaba en su contra, y no podía comprender que estas personas no tenían razón para luchar sus batallas; solo estaban tratando de sobrevivir. Esta ceguera ante la realidad de las vidas de los demás es parte de lo que lo llevó a acciones destructivas y de todo o nada. Su incapacidad para ver el mundo más allá de sus propios deseos lo convirtió en una fuerza destructiva, incapaz de considerar cualquier camino que no implicara la dominación completa.

Sus tendencias destructivas también fueron siempre evidentes. Incluso admitió que disfrutaba del poder que sentía al controlar el aparato del Estado y al ser obedecido sin cuestionamientos. Su obsesión por "transformar" México siempre fue una misión suicida porque sabía que intentar cambiar el país significaba lidiar con conflictos interminables, sin embargo, lo persiguió implacablemente, incluso cuando significaba desestabilizar instituciones y polarizar a la sociedad.

Las pistas de su verdadera naturaleza también eran evidentes desde sus primeros años en la política. AMLO se muestra claramente como alguien que se ve a sí mismo por encima de los demás, que está dispuesto a hacer cualquier cosa para lograr su visión, incluso si eso significa desmantelar estructuras fundamentales del país. Su aislamiento y la forma en que gradualmente aleja a cualquiera que no esté de acuerdo con él son señales claras. Incluso la forma en que interactúa con sus aliados más cercanos, como sus colaboradores en el gobierno, es indicativa de su naturaleza manipuladora: los mantiene cerca, pero solo porque le son útiles.

La polarización del país y la división de la sociedad eran algo esperado de él. Literalmente tiene el deseo de destruir a cualquiera que se interponga en su camino, y lo que considera enemigos son "obstáculos" que amenazan su visión de un nuevo México. Todo lo que AMLO hace siempre fue pasado por alto debido a los resultados positivos que se le atribuyen. Las señales de que dividiría al país y buscaría consolidar su poder estaban presentes desde el inicio de su carrera política.

El episodio más reciente de su mandato me confirmó que él es un psicópata, y que, de hecho, todas sus acciones están orientadas hacia su propio beneficio. Cuando justifica sus decisiones diciendo: "No podemos conformarnos con menos", esto es el tipo de respuesta que un tirano da cuando se le confronta con las consecuencias de sus actos. Sabe muy bien por qué lo hace, pero no quiere admitirlo a nadie. AMLO no rinde cuentas a nadie. No quiere que nadie lo entienda porque sabe, en el fondo, que su visión del país está fundamentalmente equivocada, pero no le importa. Vemos esto claramente en sus últimas decisiones y discursos, donde intenta convencerse a sí mismo y a sus seguidores de que todo lo que ha hecho es por el bien de México. Pero, en realidad, después de causar tanta división y conflicto, admite la verdad a sus colaboradores más cercanos: siempre se trató de él mismo. Su legado, su lugar en la historia, todo era solo un pretexto para consolidar su poder personal. Y, sin embargo, lo confiesa solo a aquellos que cree que aún lo apoyarán incondicionalmente.

AMLO es un psicópata y, en general, una persona muy despreciable y peligrosa, pero la mayoría de sus seguidores parece no darse cuenta, lo que encuentro bastante hilarante. Creo que lo más irónico de todo es que, al igual que muchos de los personajes que lo rodean—especialmente aquellos que lo ven como el "líder del pueblo"—también están ilusionados con respecto a él. Creo que es porque todos proyectaron el genérico tropo del "salvador" sobre AMLO, que no pueden verlo realmente por lo que es. Es como si tuviéramos un protagonista a quien todos en la historia consideran "el salvador" y "el líder legítimo", pero en verdad, el protagonista no se preocupa por nadie más que por sí mismo—eso es Andrés Manuel López Obrador.

El texto original habla de Daenerys pero me sorprendió la similitud jaja https://www.reddit.com/r/gottheories/s/U2XaMR8pzD