El tilingo miserable siempre busca justificación para su miserabilidad

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El miserable siempre busca justificación para su miserabilidad. Esta afirmación es lo más cercano a una verdad que creo que puedo llegar a decir en toda mi vida; y como nueva comprobación de su validez universal tenemos lo que ocurrió con los fachos tras la publicación de las forradas que nuestro sapo devorado, el ex paladín del centro, llevo a cabo durante su (no) gestión. Baltazar Tilingo Promedio, violento facho golpeador, maltratador, sexista y violín, votante de Milei, de Macri, de Bullrich, de López Murphy o de Espert, se siente muy contento, feliz, exultante, con todo lo que pasó. Es que ahora ha encontrado un nuevo juguete para poder seguirse mostrando orgulloso de todo lo mierda que es: el de acusar de “hipócritas” a todos los “zurdos”. Para él somos todos de su misma calaña, sólo que no lo decimos. Para él acosar, violar, golpear, maltratar, discriminar, negar derechos y generar dependencia económica es lo normal, lo lógico y lo correcto. Para él las mujeres están para servirlo (aunque usualmente ninguna le quiera dar bola) y los que decimos lo contrario mentimos. Y el ex Paladín del Diálogo, con su exquisita selección de dañinas hijodeputeces, le ha dejado esta arma cargada de falacias servida a Tilingo Promedio, para que con ella intente tapar su propia podredumbre (política, económica y sexual), y la de todos los que son como él, durante algunos meses.

Los argumentos para responder a esta catarata de mentiras sustentadas en el poder mediático y su maquinaria cloacal de posverdad son obvios. Primero, nunca afirmamos que las personas que piensan como nosotros fueran todas perfectas, lindas, limpias y queribles. No, sabemos que, como en todos lados, en nuestras filas hay alguna gente de mierda que hace cosas detestables que son contrarias a los postulados que dice defender (y que nosotros realmente defendemos). Pero esto no invalida nuestra postura política y social en lo más mínimo. Ninguna idea puede depender de la perfección intachable de todos aquellos que las promueven para ser válida: si así fuera, entonces ninguna forma de pensar sería posible, porque simplemente la perfección intachable no existe en ningún lado. ¿Hay hipócritas entre nosotros? Claro, como también hay muchísimos también entre los Baltazar Tilingo Promedio. Pensemos en la cantidad de fachos que están en contra de la interrupción legal del embarazo y que, en casos de “apuro”, hacen que sus esposas o hijas aborten.

Pero, aunque la presencia de hipócritas y garcas parecería unirnos con ellos, como Baltazar Tilingo Promedio quiere hacerle creer a todo el mundo, hay también algo que, gracias a Lucifer, nos diferencia. Y esto es que la mayoría de los que estamos de este lado, a pesar del dolor de la decepción, le hemos soltado la mano al forro de Alberto, y también a muchos otros de los nuestros que lamentablemente han estado en situaciones similares, y los hemos dejado caer de cabeza en el infierno del castigo judicial y social, como se merecen. Por su parte, la mayoría de los que están cerca del Tilingo Promedio, cuando encuentran a alguno de los suyos haciendo básicamente lo mismo que ahora critican en el ex (no) presidente, muestran una asombrosa, creativa y conveniente habilidad para hacerse los pelotudos de la manera más obscena posible (como ocurre con las responsabilidades políticas del caso Loan, por ejemplo, o con el intento de magnicidio de Cristina). Y más, porque a veces no les ha bastado con fingir esa ceguera selectiva, sino que incluso han defendido abiertamente a evidentes violentos y violines con todo el peso de su malaleche mediática, judicial y digital, como ocurrió por ejemplo en el caso de Darthés, quien recibió un fuerte apoyo de toneladas de comentaristas bots, fakes y trolls fachos. Esto da cuenta de un fuerte contraste entre un sector y otro. Los “zurdos” estamos mucho más dispuestos a ir a fondo en lo que pensamos, incluso pagando el alto costo político y de desgaste social que significa entregar a los propios, porque ese es el único camino para un mundo más justo. De la vereda de enfrente, en cambio, atacan sólo a los violentos ajenos, únicamente porque esto sirve para salvaguardar la violencia de los propios, para eternizarla y para evitar toda posibilidad de salida de este horror. Nosotros, a pesar de lo doloroso que puede ser el camino, queremos que esta miseria desaparezca; ellos buscan seguir siendo miserables hasta el último día de sus vidas.

PD: esto es lo único que se dirá sobre este caso en este medio. Si han leído el presente texto, no tenemos que explicar por qué. 

originalmente, en ¡Lo qué? ACÁ