POLÍTICA | POLITICS

¿Marco Aurelio Denegri era comunista? ¿Hacía correcta lectura de la sociedad?

¡Hola! Seguramente conoces a algunos hombres trabajadores iguales que se preocupan más que nadie por el comuna. ¿Has escuchado hablar del comunista? ¿Alguien en tu país estaba trabajando hacia una sociedad más igualitario?

El polígrafo de Marco Aurelio Denegri es un caso cabal de remanente ilustración peruana. Afirmaba en reiteradas ocasiones que la cultura nos eleva y nos aleja de la era tecnológica y la posmodernidad. Apoyándose en el sociólogo Giovanni Sartori, señalaba que la proliferación de la imagen y el decaimiento de la lectura generaba un nuevo tipo de hombre: el homo videns. La cultura nos aísla de este nuevo tipo de sociedad, el cambio es imposible, pues cuando la droga ocupa los espacios, ya no se va. La cultura se aleja, rechaza, oculta y defiende en cierta medida este reprobable orden social. Al estar por encima de la existencia material, el mundo abstracto de la cultura ilumina a todos por igual, sea cual sea su posición en el proceso de producción.

Si bien es cierto, la crítica idealista justifica las formas de existencia de cada época, (《[…] La historia del idealismo es también la historia de su aceptación de lo existente》 14 ), también recuerda lo que podría ser. Marcuse nos señala que el gran arte burgués nos saca de la irreflexividad. Este arte, al elevar como categoría metafísica a la tristeza, la soledad y la pena, genera una nostalgia real y tiene como consecuencia una gran verdad: un mundo así debe desaparecer. Recordemos, pues, que Goethe da muerte a Werther debido a una situación externa, real. El idealismo, al fin y al cabo, nunca afirmó el fin de la historia.

Ya explicado lo anterior sobre la cultura afirmativa, podremos comprender mejor lo que implica la siguiente cita del polígrafo:

[…] ya no sería propio hablar de una epidemia de estupidez, sino de una pandemia, es decir, de una enfermedad epidémica que se extiende incontenible por regiones, países y continentes, lo cual es muy preocupante habida cuenta de que la estupidez, como decía Jean-Paul Sartre, es opresiva y es la mejor arma que tiene el Sistema para mantener sojuzgada a la gente y para que ésta no piense.

En la filosofía antigua, la cultura y el conocimiento puro debía encontrarse en una élite y solo a esta se le posibilitaba. Así, no solo nos demostraba que la razón era superior al instinto y lo material inferior a lo inmaterial, sino también, como diría Marcuse, lo “socialmente superior”. Esta narrativa la burguesía la transformó en la universalidad de la cultura. En tanto seres abstractos (cosificados mediante su dependencia a la demanda de trabajo), los hombres son mercancía. Los bienes ideales también son abstractos y de valor universal. Este valor debe agradar a todos por igual. Todos, en su libertad, deben incorporarlo a su existencia para iluminar un camino mejor. Así, la libertad, la igualdad y la solidaridad abstractas se unen sinápticamente.

En un principio, la cultura ha de proporcionar felicidad a los hombres. Empero, la competencia propia de la anarquía económica de la sociedad capitalista traducida en antagonismos, solo permite a la cultura ingresar a través de lo no-material: el alma. Así, la aspiración a la felicidad de la cultura solo conduce a su idealización. Pero no existe satisfacción real en el idealismo, lo concreto es siempre postergado. Como indica Marcuse:

[…] Sólo oponiéndose a la cultura idealista puede lograrse esta satisfacción; sólo oponiéndose a esta cultura resonará como exigencia universal. La satisfacción de los individuos se presenta como la exigencia de una modificación real de las relaciones materiales de existencia, de una nueva organización del trabajo y del placer […]. Y mientras que el idealismo entrega la tierra a la sociedad burguesa y vuelve irrealizables sus propias ideas al conformarse con el cielo y con el alma, la filosofía materialista se preocupa seriamente por la felicidad y lucha por su realización en la historia […]. 15

Denegri se equivoca, la estupidez no es la mejor arma que tiene el sistema, sino la cultura que afirma y eterniza el instante transitorio y es revolucionaria en apariencia. Lo que ocupa a Marco Aurelio, como a la gran mayoría de ilustrados, es su rechazo a la masa, a los “globos y globitos”, las personas sin riqueza interna, sin peso, para citar a uno de sus autores favoritos, sin precisar que un orden mejor daría la posibilidad de realizar y estimular más la cultura, mas no la afirmativa. Pensar que este cambio se realizará desde y para la cultura es ideología. Es en este punto que nuestro polígrafo es un remanente de la crítica crítica de los jóvenes hegelianos.

Sin embargo, no siempre fue así. Recordemos a los intelectuales del renacimiento, donde el “alma” era aquello que faltaba por descubrir justamente a causa de siglos de ocultamiento de la verdad, todo ello acompañado de la liberación del individuo moderno burgués.

En ambas personalidades, la satisfacción externa es nimia, mientras que la interna, gigante. En la medida en que se desea encontrar la felicidad en la cadena de tragedias del actual estado de cosas y renunciar al cambio, se vuelve idealista en lo social y reformista en lo político. El Perú, en su proceso de sistema semi-feudal al capitalista, desarrolló la retaguardia reformista, caviar, que es resultado de la cultura afirmativa, pues ambas cumplen la función de afirmar y proteger las formas actuales de existencia.

El resentimiento para con este mundo se sublimiza ya no en el reino celestial, sino en el reino del alma. El individuo crítico de la falta de libertad y consciente de la miseria exterior aprende a soportar. La imparcialidad y neutralidad aparentes de la crítica ilustrada se presenta como un reino independiente y aislado del sistema de producción capitalista. Nietzsche explica esta actitud evasiva del mundo de la siguiente manera:

¿Cuál es el único ser que genera una necesidad de evadirse de la realidad inventando mentiras?: Aquel al que la realidad le produce sufrimiento. Pero el hecho de que algo en realidad haga sufrir significa que es parte de una realidad fracasada. 16

Cuando ya se ha desplegado toda la ofensiva posible para la conservación de la vieja sociedad, llega el fascismo. Entramos a la etapa en que 《[…] la burguesía entra en conflicto con su propia cultura […].》 17 . Así como se destruye la democracia parlamentaria para la administración de un dictador, también se transforma el “idealismo liberal”, humanista, en “realismo heroico”. Todo esto en el marco de salvaguardar las formas de existencia de la sociedad de clases: he aquí la convergencia de ambas conciencias en la cultura afirmativa.

La cultura afirmativa contiene en el alma los rasgos que el mundo no posee: es libre en el mundo de lo condicionado, es lo solidario (“solidaridad cultural”) en el mundo material de la competencia. Esta comunidad interna abstracta, cosificada, 《[…] se convierte, en el último período de la cultura afirmativa, en una comunidad externa igualmente abstracta, el individuo es situado en una colectividad falsa (raza, pueblo, tierra y sangre) […].》 18 .

Se podría pensar que se puede reformar el alcance de la cultura para así participar todos realmente de ella, pero eso, menciona Marcuse: 《[…] significaría tan sólo convertir la ideología de una sociedad combatida en la forma consciente de vida de otra, erigir una nueva virtud en un defecto […].》 19 . Es también menester citar aquí cómo Lenin comprendía que el problema de la cultura en el socialismo no es cuantitativo, sino cualitativo:

No creeríamos en la enseñanza, en la educación y la instrucción si éstas fuesen encerradas en la escuela y separadas de la agitada vida. […] He respondido ya a las preguntas de qué debemos aprender y qué debemos tomar de la vieja escuela y la vieja ciencia. Trataré de contestar también a la pregunta de cómo debemos aprender esto: sólo ligando indisolublemente cada paso en la actividad de la escuela, cada paso en la educación, la instrucción y la formación a la lucha de todos los trabajadores a los explotadores. 20

El rechazo anárquico de la cultura es equivocado para Lenin, pues debemos recoger sus más altas conquistas como nuestras, “asimila y reelabora” la cultura burguesa en el socialismo, y así lo aprobó el I congreso del Proletkult en Rusia. No obstante, esta nueva cultura no afirmativa tampoco colmaría todos los anhelos del hombre. La llamada utopía es falsa en cuanto es eterna. El comunismo es transitorio también. Lo eterno es lo irreal.

Escrito por Abraham Yáñez (Verso Crítico)

Título original del texto: Ensayo sobre la cultura afirmativa en el Perú

14 Marcuse, H.; op. cit., p. 4.

15 Marcuse, H.; op. cit. p. 9.

16 Nietzsche F.; El Anticristo (2003, p.30).

17 Marcuse, H. op.cit. p. 25.

18 Marcuse, H.; op. cit. p. 26.

19 Marcuse, H.; op. cit. p. 30

20 V. I. Lenin. Tareas de las juventudes comunistas. Obras, 4ta ed. en ruso, t. 31, págs. 272 – 273.


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One Comment

  1. Para Marco Aurelio Denegri la cultura era un refugio frente al sistema opresivo. Lo que puede, en apariencia, sonar revolucionario, pero nada más alejado de una posición comunista.

    Su crítica se centraba en la decadencia cultural y en cómo la decadencia de la lectura creaba un “homo videns”. ¿Cómo alguien que ha leído tanto puede estar equivocado? ¿Ser culto es garantía de una lectura correcta de la realidad?

    Es complicado contestar esto sin extenderse, por lo que recomiendo leer el texto completo.

    Acá solo me limitaré a decir lo siguiente: Marco Aurelio era un hombre culto, pero alejadísimo de una correcta lectura de la sociedad.

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