A grandes males, remedios masivos. Los venezolanos se han convertido en protagonistas directos de la “caravana de la libertad” encabezada por María Corina Machado. La líder opositora está vetada desde hace una década en los medios bajo control del gobierno, que además ha extremado al máximo en las últimas horas la censura con el bloqueo de seis medios independientes de comunicación. De los pocos que quedaban “vivos”.
Con lo que no contaba el chavismo era con las cientos de miles de manos que se han elevado en dirección al cielo para protagonizar en estos meses la revolución de los celulares, como llaman en Venezuela a los teléfonos móviles. Cada ciudadano presente en las concentraciones de la Venezuela profunda se convirtió en una “antena” humana, que grababa los momentos más emocionantes para distribuirlos en directo o después en sus redes más cercanas.
“Se está diseminando la información de manera eficiente, basada en la confianza, grupos de chat familiares y de amigos. Mucho WhatsApp. El reto va a ser mantener esos canales libres de información maliciosa“, detalla para EL MUNDO el experto Rafael Uzcátegui, director del Laboratorio de la Paz.
Ni siquiera los apagones frecuentes en los estados del interior y los cortes eléctricos forzados para frenar la ola de cambio que lidera Machado han logrado apagar esos celulares, convertidos en diversos ocasiones en focos nocturnos de luz en las concentraciones más tardías.
“Para mí es una acto de resistencia. Se trata de una red que ya se estaba construyendo porque era la manera de comunicarse de las familias, por la migración y por la censura. Como la familia venezolana está rota y dividida, la situación ha obligado incluso a personas de la Tercera Edad a utilizar los teléfonos todo el tiempo para comunicarse. Es una necesidad.”, detalla para EL MUNDO la politóloga y youtuber Ana Milagros Parra, sabedora de que “la dictadura venezolana no es como la cubana, porque cuando se consolidó ya estaba el boom de los medios digitales y de los teléfonos celulares. La gente ya sabe que por los medios tradicionales, radio y televisión, no va a obtener información verídica, por lo que medios digitales y teléfono se han convertido en la principal herramienta para informarse sobre su país”.
La revolución de los celulares ha servido no sólo para informar a los venezolanos en el país, también para mantener al día y pegados a su país a los casi nueve millones que fueron obligados a huir de Venezuela. Como si se tratara de una conexión mágica, las emociones han recorrido miles de kilómetros hasta provocar lágrimas y mucho más entre los que también sueñan con el cambio en sus países de acogida.
“El chavismo destruyó tanto que la videollamada, esa que se hace desde un celular, se ha vuelto un símbolo poderoso para los venezolanos. Es el recuerdo de la separación de las familias, provocada desde el poder. El dolor de la distancia y los abrazos que dejamos de dar y, alguno de ellos, jamás podremos volver a dar. Pero esa revolución de los celulares es también un sentimiento que nos mueve y nos hace desear el cambio. Es el anhelo del reencuentro. Y si hay alguien que entiende eso, además, es la propia María Corina, una madre que también, para hablar con sus hijos, necesita esa videollamada”, detalla a EL MUNDO el politólogo Walter Molina Galdi.
Las encuestas independientes no sólo evidencian que la candidatura no deja de crecer y ya dobla y hasta triplica a Nicolás Maduro. Los sondeos también confirman que el deseo de cambio en el país petrolero supera el 70% de apoyos, una cifra que alcanza el 80% en las zonas más populares, las más defraudadas hoy con el fracaso de la revolución. “La campaña de María Corina y Edmundo está uniendo a los venezolanos en torno a una esperanza y a un objetivo en común. Hay necesidad de tener esa información. Y pese a todos los obstáculos, ya sea la censura, intimidación, represión o la manipulación, pese a todos ellos, el mensaje está llegando porque esas redes se fortalecieron. El punto es que esa herramienta está consiguiendo un fortalecimiento del tejido social”, concluye Ana Milagros Parra.
