Tecnologia

EE.UU acelera el cambio tecnológico y apuesta a la Inteligencia artificial


La presunción en que se funda el actual momento histórico de EE.UU., y por extensión del mundo, es que la tecnología del procesamiento de la información en su fase de Inteligencia artificial (IA) es absolutamente imbatible, y que por lo tanto son irreversibles los progresos realizados bajo su signo.

El cálculo que hace Goldman Sachs es que la IA ha desatado un boom de innovación de entre 4/6 puntos del producto que tiende a desplegarse plenamente en los próximos 10 años (2025/2035).

Agrega el principal banco de Wall Street que como la IA tiene un carácter global, que se despliega en todas partes al mismo tiempo, implica el comienzo de un boom de la productividad de 1% anual acumulado en el mismo período. Todo esto exige una inversión de no menos de U$S 200.000 millones por año, que sería la mayor de la historia del capitalismo en relación al producto desde la 1º Revolución Industrial (1780/1840).

EE.UU. es nuevamente el centro y eje de este fenomenal proceso de innovación, aunque para ser más estrictos, la clave de este extraordinario surgimiento es la “civilización norteamericana”, que es la dupla entre Silicon Valley y su fuente de financiamiento, que es Wall Street, unidos por el pensamiento estratégico y científico de la Universidad de Stanford.

La inversión en la industria de semiconductores (o “chips”) y la IA supera en EE.UU. U$S 447.000 millones, que se despliegan en 83 proyectos radicados en 23 estados. Se presume que este gigantesco stock de capital se duplicaría, o más, en los próximos 10 años.

Se estima que las 5 compañías principales de Inteligencia artificial norteamericanas – Nvidia, Google, OpenAI, Microsoft, y Anthropic – invirtieron 1,1% del producto en 2023; y en ese periodo el PBI estadounidense ascendió a US$ 26,4 billones/25% del PBI global; y alcanzarían – ésta es la presunción de Stanford y de Wall Street – a 4% del producto en 2025, lo que sería una cifra tres veces superior a la del resto del mundo sumado: no hay duda alguna de que EE.UU. encabeza el sistema global, y que lidera inequívocamente esta época de la historia del mundo.

Esto significa que hay que descartar el temor a la hipérbole en materia de Inteligencia artificial: según “ARK Invest”, una de las principales consultoras de Wall Street, el producto global puede aumentar en más de U$S 40 billones en los próximos 10 años, si el nuevo fenómeno de la IA logra desplegar todo su inmenso potencial.

Esto representaría casi 50% del actual PBI global, “…y se manifestaría en un auténtico frenesí que superaría de lejos a la electricidad o al Internet”.

Por eso hay que despreocuparse de las visiones apocalípticas al estilo de “…los trabajadores norteamericanos perderían 40% de sus puestos de trabajo en los próximos 10 años”, o “más de tres cuartas partes de los empleos actualmente existentes en el mundo avanzado están amenazados por la Inteligencia artificial, y podrían desaparecer en ese periodo”.

En cambio, lo conveniente es adquirir una visión histórica, propia del sistema capitalista en su fase de globalización, que se puede resumir en los siguientes breves trazos – como señala con mucha precisión Eduardo Levy Yeyati -: “…la Inteligencia artificial aumentaría vertiginosamente el tiempo libre, pero mucho más crecería el producto social capaz de remunerarlo; y por eso hay que acortar lo más posible el tiempo de transición: ¿transición hacia dónde? Hacia la creación de una nueva fuerza de trabajo, sustentada únicamente en el novísimo y formidable contexto”.

Señala Marc Andreessen Horowitz en “The Techno-Optimist Manifesto” (Manifiesto Tecno-Optimista del 16 de octubre de 2023), que las dos categorías fundamentales de su visión histórica, típica de Silicon Valley, son a)Ley de Aceleración de los Retornos, que afirma que los avances tecnológicos de la IA se fundamentan y crecen a partir de sí mismos, lo que significa que la tasa de retorno sobre el capital invertido aumenta necesariamente en forma de espiral positiva, cada vez más acelerada; b)La Regla del Aceleracionismo, que es el impulso consciente y deliberado hacia el avance tecnológico, que es lo único que garantiza la continuidad para siempre y cada vez más acelerada de la espiral positiva de la tasa de retorno.

Es algo semejante a lo que sostenía Mao Tse Tung en sus “Lecciones de la Guerra Prolongada” de que la única forma de conducir una tendencia es acelerarla.

Lo asombroso es que todo esto está aconteciendo en el país más avanzado del mundo, que dispone de la fuerza de trabajo más calificada del sistema global, con un contenido técnico-económico que combina el poderío creativo inagotable de Silicon Valley con la Universidad de Stanford y Wall Street. Todo esto sucede en un año electoral donde está en juego la presidencia de EE.UU., que es el centro del poder en el mundo actual.

Todo esto indica que EE.UU. ha vuelto a ampliar el campo de lo posible en el mundo contemporáneo; y que, una vez más, como creía Alexis de Tocqueville, se convertía en “…el país del mundo donde el futuro llega primero”.



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