Tecnologia

llega la era de los anillos inteligentes


Estos pequeños dispositivos circulares compiten con los «smartwatch». Permiten hacer pagos, sirven como barrera de seguridad y, además, controlan muchos parámetros relacionados con salud y deporte. Samsung lleva ventaja a Apple en esta nueva carrera, aunque hay otros competidores que llevan tiempo en el mercado, como Oura o Ultrahuman, con productos destacados

26 Jun 2024. Actualizado a las 05:00 h.

El móvil es el rey de la tecnología de consumo. Se ha consolidado como artefacto imprescindible para el ser humano permanentemente conectado. Y no tiene rival. Los aspirantes a smartphone killer que han surgido en los últimos años no han conseguido erosionar su dominio.

Inventos como el pin de Humane AI, las gafas Vision Pro de Apple o el curioso Rabbit R1 han llamado la atención en los últimos meses, pero sin convertirse en aparatos de adopción masiva. El panorama pinta mucho mejor para los anillos inteligentes, que suponen una gran amenaza para dos familias de dispositivos con etiqueta smart, los relojes y las pulseras. Porque sirven para casi lo mismo que ellos, aunque no tengan una pantalla, y son más pequeños, cómodos de llevar y pueden desempeñar también una función estética por su diseño. Los hay dorados, plateados y con colores y formas más singulares. Si tienen éxito, abrirán la puerta a otras generaciones de joyas digitales, como collares o pendientes. 

Los anillos inteligentes llevan un tiempo llamando la atención, ¿por qué ahora dan que hablar? ¿Qué pueden hacer? Repasemos sus prestaciones.

Para empezar, sirven de intermediarios con el móvil. Reciben notificaciones, permiten descartar alarmas, responder llamadas o pausar la música que sirve el smartphone. También permiten hacer pagos en tiendas, gracias a la tecnología inalámbrica de proximidad NFC (que no necesita emparejamientos previos). Solo hace falta vincular el dispositivo con la tarjeta y la plataforma de pago adecuada (funcionan tanto con iPhones y Apple Pay como con móviles Android y Google Pay) y acercarlo al datáfono cuando se quiera hacer una compra o, por ejemplo, subir a un autobús. 

Otro uso posible está relacionado con la seguridad. Son perfectos para activar mecanismos de autenticación de dos pasos (2FA) y servir de confirmación de identidad digital. Puedes poner una contraseña o un pin y luego acercar el anillo para demostrar quién eres de manera bastante precisa, combinando un dispositivo concreto con datos biométricos muy específicos, como los que pueden estar basados en una frecuencia cardiaca determinada o una cadencia de pasos. Pueden convertirse en el futuro en alternativas a las llaves de casa si se impone el uso de las cerraduras electrónicas.

Y es que los anillos destacan por su uso para monitorizar la salud y el bienestar. Pueden contar pasos, medir el ritmo cardíaco, la presión arterial y la temperatura corporal. También tienen la capacidad de dar información sobre los hábitos de sueño. 

Todas estas bondades y la larga duración de la batería han aumentado el interés por los anillos inteligentes. Procede de todas formas reseñar dos aspectos no tan positivos: uno, por su tamaño reducido ofrecen menos información al usuario que un smartwatch o una pulsera; dos, no tiene reloj clásico. Si esa función es prioritaria, no parecen tan adecuados. Para los que estén interesados en probarlos, conviene recordar que para sacarle todo el partido a sus sensores y conexiones hay que usar un móvil y una aplicación. 

La carrera por dominar un nuevo mercado

El mercado de los anillos inteligentes aún está en un estado primigenio. Hay diferentes modelos a la venta, con precios que suelen oscilar  entre los 100 euros y los 600. Una de las marcas de referencia es Oura. Los finlandeses llevan más de diez años trabajando con varias generaciones de dispositivos. En todo este tiempo han vendido más de un millón de anillos. Y lo llevan famosos como Shaquille O’Neal, Will Smith o Larry Page (uno de los dos fundadores de Google).

Su producto estrella, disponible en dos diseños, mide más de 20 datos biométricos 24 horas al día, se carga en 80 minutos (con un cable USB-C) y puede funcionar una semana entera sin necesidad de enchufarlo otra vez. Fabricado en titanio, es «resistente al agua y a todo tipo de temperaturas». Para las mujeres, ofrece datos sobre el ciclo menstrual y la posibilidad de integrarlo con Natural Cycles, la primera aplicación anticonceptiva autorizada por los reguladores de salud de Estados Unidos. 

El anillo Oura más básico cuesta 329 euros (hay modelos que cuestan 500), pero para sacarle todo el partido posible hay que rascarse el bolsillo todos los meses y abonar una suscripción de 5,99 euros al mes. Uno de sus grandes rivales, Ultrahuman Ring Air, desarrollado en la India, se parece mucho en prestaciones y acabado, aunque es menos fino en diseño, y no precisa esos pagos mensuales.

¿Hay más alternativas? Sí. Tesla tiene uno, centrado en pagos. Y van a entrar en juego propuestas de grandes marca como Xiaomi o Amazfit, que es una de las referencias en cuanto a wearables, anunció a comienzos de este año -en la feria CES- que preparaba el lanzamiento de un anillo inteligente llamado Helio, también fabricado con una aleación de titanio. Acaba de llegar al mercado a un precio mínimo (según talla, no todos los dedos son iguales) de 299 euros. Y cuenta como punto fuerte su integración con los smartwatches de la marca y la aplicación Zepp. 

Cuando Samsung presentó sus nuevos teléfonos de alta gama, la marca coreana sorprendió con el anuncio de su primer anillo, el Galaxy Ring. Será lanzado al mercado este año, y promete revolucionar el sector. Faltan detalles, pero se sabe que aprovechará las herramientas de su plataforma Health para monitorizar la salud del usuario y ofrecerle información.

El otro dominador de la movilidad en el mundo, Apple, podría estar trabajando en su propio modelo, según los rumores y especulaciones que publican webs especializadas, pero de momento no hay confirmación oficial. ¿Se sumará la compañía de la manzana un poco tarde, como le ha ocurrido con la inteligencia artificial? 




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