Tecnologia

La Inteligencia Artificial tiene gran incidencia en la geopolítica


Vivimos en tiempos convulsos en el plano nacional e internacional, lo cual se ha acentuado especialmente desde la crisis sanitaria del Covid-19. Existen 16 conflictos activos a fecha de hoy, muchos de los cuales no conocemos, porque estos conflictos están marcados por la agenda política y periodística. El pasado 18 de marzo, Miguel Ángel Ballesteros, general de Brigada, tuvo el honor de ofrecer una conferencia en el Palacio de la Magdalena en Santander, dentro de las jornadas de la APIE.

Ballesteros es un gran conocedor de la arena geopolítica y muestra su preocupación por la deriva de los Estados. En palabras suyas, “la bola de cristal está rota”. Y es que, la geopolítica, a nuestro pesar, no es una ciencia predictiva en la mayoría de casos. Ni siquiera los más expertos podían vaticinar la guerra que ha estallado en Europa y de la que los responsables y las víctimas se pueden entremezclar. El general ha apuntado a que existen 4 vectores principales de transformación del mundo: la geopolítica, la socio-economía, la tecnología y el medioambiente.

Concretamente, el vector tecnológico nos importa en tanto en cuanto vivimos en sociedades hiperconectadas.

Hace ya un tiempo se empezó a hablar de la globalización, pero el enfoque de esta ha ido variando, pues ahora nos hemos vuelto más recelosos, conservadores. De hecho, por la globalización las enfermedades, los conflictos y las crisis afectan a todos los seres humanos. Así, la competencia entre estados y modelos político-económicos se expresa por medio de restricciones, sanciones, aranceles, entre otras medidas. Europa regula, mientras que China vende su mano de obra barata y sus productos con una baja regulación en materia fitosanitaria. Y aún así, EEUU le ha declarado la “guerra económica” a China, su principal rival. Cuando las relaciones son buenas, es fácil negociar, pero en momentos de crisis, “cerramos el grifo”.

La información también es clave y la rapidez y expansión incumbe a todos los estados. Ahora ya hablamos del 5 G (5ª generación), puesto que ha marcado, efectivamente, un antes y un después en el mundo digital, gracias a la capacidad de transmisión de datos, la latencia y su soberanía. Pero hay un debate muy importante en torno a la ética y los derechos humanos por el uso de la Inteligencia Artificial. Como en todo, el uso hace la bondad o maldad y, en este caso, no deberíamos centrarnos en el debate político, si no en exigir que los ciudadanos y los más vulnerables, como los menores, estén protegidos. Sorprende incluso en las sociedades más modernas lo que Chat GPT ha sido capaz de hacer en 18 meses y que a Internet le llevó décadas.

También se necesita una mayor regulación de la llamada deepweb, que supone un 90% de la World Wide Web. De hecho, esta “web oculta” es tan grande que es imposible determinar con exactitud cuántas páginas o sitios web están activos en un momento dado. En materia de computación táctica (hacer funcional todas estas herramientas), existe un gran riesgo debido al desconocimiento y lo prematuro de muchas herramientas. Todo ello excluye a gran cantidad de ciudadanos y la democratización también se mide en el acceso a Internet y la información. El desarrollo y el afán de liderar es imparable y, en este campo, la UE podría ofrecer una posición de liderazgo en el debate de las cuestiones éticas y así, aumentar su red de cooperación con países fuera de la UE.



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