Tecnologia

«La ciberguerra y el secuestro de archivos de empresas están creciendo a un ritmo brutal»


El informático sevillano Jorge Coronado Díaz dejó los estudios con 17 años («me aburría mucho en las clases») y fundó Quantika14, una empresa especializada en ciberseguridad y peritajes digitales que colabora actualmente con la Policía Nacional, Guardia Civil, compañías multinacionales y agencias de todo el mundo a las que no puede mencionar por razones de confidencialidad. Nunca se matriculó en la universidad pero asistió como oyente siendo adolescente a clases de la Facultad de Informática y Psicología, entre otras. Autodidacta, no ha dejado de formarse durante estos 13 años que lleva con su empresa en los que el número de empleados y de clientes no ha parado de crecer.

-¿Le gustaba la informática desde pequeño?

-Primero quería ser arquitecto y luego bombero. Pero desde los 9 ó 10 años ya estaba seguro de que me dedicaría a la informática. Siempre me llamaron la atención las matemáticas.

-Supongo que se le darían bien…

-No especialmente. Nunca he sido un buen estudiante. El instituto fue donde pasé la peor época de mi vida. Repetí cuarto de la ESO y me sentía un incomprendido, tanto por mis compañeros como por mis profesores. Con 12 años iba a las clases de Matemáticas de Primero de la ESO con un libro de programación de segundo o tercero de la carrera de Informática y recuerdo que mi profesor me ordenaba que cerrara el libro. Pero yo siempre cerraba el de Matemáticas de la ESO. Me enteré de que se podía asistir de oyente a las clases de la Universidad y con 12 ó 13 años me metía en las de Informática o Psicología. Me aburría mucho en las clases del instituto y lo dejé; y me pasó lo mismo con un ciclo medio de Informática, donde apenas duré tres meses.

-Empezó a trabajar muy joven.

-Con 15 años ya trabajaba en una tienda de informática y hacía páginas web y programaba. Aunque no he seguido un camino académico o reglado, nunca he parado de de estudiar ni de leer, sobre todo cosas relacionadas con hacking y programación. Y con 17 años monté Quantika14.

-¿Siempre ha estado en el lado bueno del «hacking»?

-Durante mi adolescencia me dediqué con un grupo de hackers a acceder a sistemas informáticos de organismos oficiales. Siempre he tenido un lado más activista y en esos años colaboraba con Anonymus ,donde creamos una academia donde formábamos a jóvenes en el «hacktivismo».

-¿Qué es exactamente el «hacktivismo» que usted hacía cuando era adolescente?

-Eran actividades contra personas o entidades que pueden hacer algún tipo de daño a la ciudadanía. Recuerdo que nos movilizamos contra la Ley Sinde, que pretendía limitar la libertad de expresión e información. Poco a poco fui abandonando el «hacktivismo» y dedicándome más profesionalmente a la lucha contra los delitos que se cometen a través de las redes. Siempre he pensado que con mi trabajo se puede luchar por la justicia y la verdad, que es lo que siempre he querido.

-¿Se dedican a resolver crímenes?

-A ayudar a resolverlos. Soy joven pero la edad media de los que trabajamos en Quantika14 es de más de 50, es decir, gente muy experimentada. Tenemos un equipo de personas muy especializado que han sido policías nacionales, guardias civiles, ex agentes de servicios de inteligencia. Alguno de los que trabaja conmigo ha estado infiltrado en la ETA. Estoy muy orgulloso de poder trabajar con personas que saben mucho más que yo. Hemos colaborado con la Policía o con particulares que nos han contratado en varios casos muy mediáticos como el de Carolina del Valle. Pero no puede hablar de ellos porque muchos siguen abiertos.

-Imagino que se sumergen con frecuencia en la «dark web» (internet oscura) durante sus investigaciones.

Sí. Hace cinco o seis años desarrollé una aplicación que se llama Dante’s Gate, que permite obtener toda la información que hay en Internet sobre una persona o un correo electrónico. Esa aplicación monitoriza precisamente lo que hay en la «dark web». La Policía utiliza esa aplicación pero también lo hacen entidades de inteligencia y detectives.

-¿Qué se puede encontrar en la «dark web»?

-De todo: drogas, pedofilia, prostitución, terrorismo, todo lo ilegal. Pero también tiene cosas positivas. En países dictatoriales como China o Rusia donde no hay libertad de expresión o de información, se pueden encontrar allí libros censurados en Internet.

-¿Cuántos crímenes ha ayudado a resolver hasta ahora?

-Hemos llevado más de 600 casos, entre ellos, casos de pedofilia y violencia de género. También muchos de corrupción. Al principio nos dedicábamos sólo a las pruebas digitales como peritos informáticos pero ya estamos muy orientados hacia la ciberinteligencia. Somos investigadores y analistas que encontramos pruebas para resolver un caso.

-¿Son como una especie de policía privada?

-Algo así, investigamos crímenes por encargo de particulares, aunque también colaboramos con las fuerzas de seguridad. Somos especialistas en casos de homicidios y de búsqueda de personas desaparecidas. Muchos de los casos que aparecen en televisión las llevamos nosotros.

-¿Hay muchas personas o empresas que se dedican a hacer esto en España?

-Hay muchos peritos informáticos pero no con nuestra especialidad. De esto somos muy pocos.

-¿Le genera adicción este trabajo?

-Sí. Es apasionante poder poner en orden todas las piezas de un puzle de un crimen. Es algo adictivo. Recuerdo el caso del «niño pintor» y otros muchos. He tenido la suerte de que mucha gente ha confiado en mí.

-¿Y por qué cree que confían en usted?

-Por mis resultados y por el equipo que trabaja conmigo. A mí se me da bien la lógica y saber pensar como el malo me ha ayudado a resolver muchos casos.

-¿Se cometen muchos delitos a través de Internet?

-Sí. Con las redes se han incrementado mucho los delitos y lo hace cada año crece a un ritmo brutal. La ciberdelincuencia genera más dinero que el narcotráfico, la prostitución, la trata y el tráfico de armas, juntos. Internet es un reflejo de la sociedad, como una especie de lupa.

-¿Cuáles son los delitos más habituales en este momento?

-El primero hoy es la ciberguerra. Es muy frecuente el espionaje a través de Internet para obtener información de otros países, las campañas de desinformación, la propagación de bulos. Hemos trabajado para víctimas del sistema de espionaje Pegasus. El segundo delito más frecuente es el «ransomware» (secuestro de archivos) que se hace a una empresa para obtener un rescate a cambio de liberarlos. Muchos trabajan en consultoras en Moscú o Londres.

-Siempre se menciona a Rusia a propósito de este tipo de delitos.

-Mi opinión es que Rusia es muy buena atacando y muy mala defendiéndose de los ataques. Hoy se puede parar una central de energía nuclear, una fábrica de armas o un hospital a través de un ataque informático.

-Supongo que en la guerra de Ucrania se ponen en práctica este tipo de ataques casi a diario.

-Sí. Pero hay cosas mucho más sencillas que están haciendo mucho daño en esa guerra a Ucrania como el GPS de un móvil. Hay muchos jóvenes a los que detecta el enemigo a través del GPS porque no apagan los móviles. Algunos incluso se hacen «selfies» en el frente que les cuestan la vida a ellos y a sus compañeros. Esto pasa en la guerra de Ucrania pero también en Palestina y otras guerras.

-Parece que la sociedad se está infantilizando.

-Sí, hasta unos extremos impensables. Incluso hay policías que se hacen vídeos patrullando.



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