Tecnologia

el país gasta millones para convertirse en superpotencia de la IA


RIAD, Arabia Saudita — Un día de marzo, ejecutivos de tecnología, ingenieros y representantes de ventas de Amazon, Google, TikTok y otras compañías sufrieron un embotellamiento de tres horas mientras sus autos avanzaban a vuelta de rueda hacia una inmensa conferencia en un espacio para eventos en el desierto, 80 kilómetros afuera de Riad.


El atractivo: miles de millones de dólares en dinero saudita al tiempo que el reino busca construir una industria tecnológica para complementar su dominio petrolero.

“Hacia el futuro”, decía un cartel en el acceso al evento, llamado Leap. Asistieron más de 200 mil personas, incluyendo Adam Selipsky, director de la división de computación en la nube de Amazon, quien anunció una inversión de 5.3 mil millones de dólares en Arabia Saudita para centros de datos y tecnología de inteligencia artificial. Arvind Krishna, director de IBM, habló de amistad. Ejecutivos de Huawei y docenas de otras empresas dieron discursos. Allí se cerraron tratos por más de 10 mil millones de dólares, dijo la agencia de prensa estatal de Arabia Saudita.

“Este es un gran país”, dijo Shou Chew, director ejecutivo de TikTok, anunciando el crecimiento de la app de video en el reino. “Anticipamos invertir aún más”.

Todo mundo en el ramo de la tecnología parece querer hacerse amigo de Arabia Saudita, al apuntar el reino a convertirse en un actor dominante en el campo de la IA —y está inyectando sumas impresionantes para hacerlo.

Arabia Saudita creó este año un fondo de 100 mil millones de dólares para invertir en IA y otras tecnologías. Está en pláticas con Andreessen Horowitz, la firma de capital de riesgo de Silicon Valley, y otros para invertir 40 mil millones de dólares más en compañías de IA. En marzo, el Gobierno dijo que invertiría mil millones de dólares en un acelerador de startups para atraer a emprendedores de IA.

La explosión de gasto se deriva de un esfuerzo generacional esbozado en el 2016 por el Príncipe Heredero Mohammed bin Salman y conocido como la “Visión 2030”. Arabia Saudita está diversificando su economía rica en petróleo hacia la tecnología, el turismo, la cultura y los deportes —invirtiendo unos 200 millones de dólares al año por la superestrella del futbol Cristiano Ronaldo y planeando un rascacielos con espejos de 160 kilómetros de longitud como parte de una megaciudad en el desierto.

Si el Príncipe Mohammed logra construir una industria tecnológica nacional, colocará a Arabia Saudita en medio de una competencia global entre China, Estados Unidos y otros países como Francia que han logrado avances en la IA generativa. Combinado con esfuerzos en IA de su vecino, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita espera crear un nuevo centro de poder.

Las ambiciones del Príncipe son geopolíticamente delicadas, ya que China y Estados Unidos buscan crear esferas de influencia sobre la IA. En Washington, a muchos les preocupa que los objetivos y las inclinaciones autoritarias del reino pudieran trabajar contra los intereses estadounidenses —por ejemplo, si Arabia Saudita termina proporcionando poder computacional a investigadores y empresas chinas.

Para China, la región del Golfo Pérsico ofrece un gran mercado, acceso a inversionistas con bolsillos profundos y la oportunidad de ejercer influencia en países aliados con Estados Unidos.

Algunos líderes de la industria han comenzado a llegar. Jürgen Schmidhuber, pionero en inteligencia artificial que ahora dirige un programa de IA en la principal universidad de investigación de Arabia Saudita, la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah, recordó las raíces del reino hace siglos como centro de ciencia y matemáticas.

“Sería maravilloso contribuir a un mundo nuevo y resucitar esta época dorada”, dijo. “Sí, costará dinero, pero hay mucho dinero en este País”.

Bajo la Visión 2030, se construirán nuevas ciudades futuristas en el desierto a lo largo del Mar Rojo, orientadas en torno a la tecnología y los servicios digitales. Cuando el Príncipe Mohammed visitó California en el 2018, Sergey Brin, cofundador de Google, lo acompañó por el campus de la empresa. Tim Cook, director ejecutivo de Apple, le mostró los productos de la empresa. El Príncipe también viajó a Seattle, Washington, donde se reunió con Bill Gates de Microsoft; Satya Nadella, director ejecutivo de la empresa; y Jeff Bezos de Amazon.

Fue un momento clave para las ambiciones tecnológicas de Arabia Saudita al presentarse el Príncipe Mohammed como un reformador joven y con conocimientos digitales. Pero el entusiasmo se apagó unos meses más tarde cuando Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post y crítico del príncipe heredero, fue asesinado en el consulado saudita en Estambul. El Príncipe Mohammed negó su participación, pero la CIA concluyó que había aprobado el asesinato.

Durante un breve periodo, se consideró inconveniente tener contacto con Arabia Saudita. Los ejecutivos de negocios cancelaron visitas. Pero a final de cuentas el atractivo de su dinero resultó demasiado fuerte.

El desarrollo de la IA depende de dos cosas clave que Arabia Saudita tiene en abundancia: dinero y energía. El reino está invirtiendo las ganancias del petróleo en comprar semiconductores, construir supercomputadoras, atraer talentos y edificar centros de datos impulsados por su abundante electricidad. La apuesta es que Arabia Saudita con el tiempo exportará músculo computacional de IA.

La Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah, ubicada junto a las aguas turquesas del Mar Rojo, se ha convertido en el lugar del enfrentamiento tecnológico entre Estados Unidos y China.

La universidad, conocida como KAUST, es clave para los planes de Arabia Saudita de alcanzar el liderazgo en IA. KAUST, creada a imagen de universidades como el Instituto Tecnológico de California, ha traído líderes extranjeros en inteligencia artificial y proporcionado recursos computacionales para construir un epicentro para la investigación de IA.

Para lograr ese objetivo, KAUST ha recurrido a menudo a China para reclutar estudiantes y profesores, alarmando a los funcionarios estadounidenses. Temen que estudiantes y profesores de universidades chinas vinculadas al Ejército utilicen KAUST para eludir las sanciones estadounidenses e impulsar a China en la carrera por la supremacía en IA, dijeron analistas y funcionarios de EU.

Particularmente preocupante es la construcción por parte de la universidad de una de las supercomputadoras más rápidas de la región, que necesita miles de microchips fabricados por Nvidia, en Santa Clara, California, el mayor fabricante de los preciados chips que impulsan los sistemas de inteligencia artificial. El pedido de chips de la universidad, con un valor estimado superior a los 100 millones de dólares, está retrasado por una revisión del Gobierno de Estados Unidos, que debe proporcionar un permiso de exportación antes de que se pueda realizar la venta.

Tanto China como Estados Unidos quieren mantener cerca al Príncipe Mohammed. Estados Unidos ha presionado a Arabia Saudita para que elija un bando, pero el Príncipe Mohammed parece contento con beneficiarse de ambas naciones.

Schmidhuber ha sido testigo de los choques. Considerado un pionero de la IA moderna —entre los estudiantes de un laboratorio que dirigió se encontraba el fundador de DeepMind, una innovadora empresa de IA hoy propiedad de Google— fue atraído al desierto en el 2021.

Al principio estaba reacio a mudarse, dijo, pero la universidad “trató de hacerlo más atractivo, y aún más atractivo, y aún más atractivo para mí”. Ahora Schmidhuber está esperando que quede terminada la supercomputadora Shaheen 3, que es una oportunidad para atraer más talentos de primer nivel al Golfo Pérsico y dar a los investigadores acceso a poder computacional a menudo reservada a las grandes empresas.

“Ninguna otra universidad tendrá algo similar”, dijo.

Aún así, Schmidhuber dijo que el Gobierno saudita estaba en última instancia alineado con Estados Unidos. Así como la tecnología estadounidense ayudó a crear la industria petrolera de Arabia Saudita, desempeñará un papel fundamental en el desarrollo de la inteligencia artificial.

“Nadie quiere poner eso en peligro”, dijo.



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