Según concluyen estos investigadores, autores del paper «Un análisis multiverso de las asociaciones entre el uso de Internet y el bienestar», hay muchas razones para celebrar la presencia cotidiana de Internet en nuestras vidas. Según su trabajo, las personas con acceso a Internet presentan una puntuación un 8% más alta en varias medidas de bienestar.
En concreto, el artículo analiza ocho variables de bienestar: satisfacción vital, experiencias diarias negativas y positivas, dos medidas de bienestar social, bienestar físico, bienestar comunitario, y experiencias con propósito.
Aunque más allá de esto el estudio no especifica qué beneficios claros pueden dilucidarse, sabemos que otras investigaciones similares han valorado como efectos positivos el hecho de que Internet puede ser una fuente de comunidad y contacto con otros para personas con discapacidad, que puede generar un sentimiento de pertenencia entre adolescentes, o que puede ayudar a que adultos de mayor edad experimenten menores índices de depresión.
Los investigadores explican: «Primero preguntamos en qué medida el bienestar variaba en función de la conectividad a Internet. Luego, examinamos la solidez de estas asociaciones en un multiverso de 33.792 especificaciones de análisis. De estos, el 84,9% resultó en asociaciones positivas y estadísticamente significativas entre la conectividad a Internet y el bienestar. Estos resultados indican que el acceso y el uso de Internet predicen el bienestar de manera positiva e independientemente de un conjunto de alternativas plausibles».
Esta investigación se diferencia de otras en la amplitud de la muestra de datos usada: usan datos de entre 2006 y 2021, pertenecientes a 2.414.294 personas de 168 países. Los investigadores achacan a la falta de estudios globales sobre el tema la incapacidad de la comunidad científica por generar un consenso sobre los efectos del uso de Internet.
«A pesar de que el desafío a menudo se plantea como un problema mundial, el alcance geográfico y demográfico de la base de evidencia es limitado y no está bien mapeado en las tendencias mundiales», explican. También es un hándicap el hecho de investigar estos efectos centrándose solo en un grupo de edad determinado (que suele ser el de los adolescentes): «Debido a que la mayor parte del debate en torno al impacto global de las tecnologías de Internet se centra en los más jóvenes, pocos datos globales, si es que hay alguno, reflejan asociaciones entre la tecnología y el bienestar a lo largo del curso de la vida», opinan.
Al fin y al cabo, Internet proporciona un canal más directo con fuentes educativas, con acceso al empleo y también con centros de salud, que pueden ofrecer servicios online. También es posible relacionarlo con este otro estudio de la NBER estadounidense, que relaciona el mayor acceso a la conexión de banda ancha a un menor número de suicidios en un país.
Las mujeres jóvenes, la excepción
Pese al tono generalmente positivo del estudio, los investigadores sí que se toparon con una importante excepción. Las adolescentes y mujeres de entre 15 y 24 años registraron una relación negativa respecto al sentimiento de comunidad en Internet. Tal y como sospechan los autores, esto podría reafirmar los resultados de otros estudios que apuntan a un mayor acoso online (ciberbullying) y asociaciones más negativas entre el uso de las redes sociales y los síntomas depresivos. También podría ir en sintonía con los problemas de autopercepción o autoestima relacionados con las imágenes en redes sociales.
En este sentido, conviene recordar otros estudios que hablan de los efectos beneficiosos de realizar desintoxicaciones digitales para corregir el exceso de tiempo en pantalla. Estas pausas en el uso de Internet pueden llevar a cambios positivos en el estado de ánimo, mejor productividad, mejor sueño y a una reducción de la ansiedad.
