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Un extraño en tierras extrañas – 12 (Parte 2) [Spanish]

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Esta entrada es parte del proyecto “luz de esperanza” en el desarrollo de APIs (arquitectura open source)

Prólogo

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Créditos a u/SpacePaladin15 por crear este universo.

Debido a la longitud de algunos capítulos, ahora también el fanfic estará disponible en Archive of Our Own, por si desean una experiencia mas ininterrumpida.

Por si acaso, hay una publicación en el discord, por si quieren discutir algo de la historia, pues ahí esta.

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Transcripción de Memoría de Sujeto: Daniel Fernandez Vega, Estudiante de Ingeniería de Computadores y Miembro del Programa de Intercambio Humano-Venlil

Fecha [calendario humano estandarizado]: 17 de Septiembre de 2136

Syra me miró con evidente preocupación. Su cola se agitaba despacio.

—¿D-de verdad su Segunda Guerra Mundial fue tan horrible?

Asentí con seriedad.

—Algo así. Solo un par de décadas después, estalló un nuevo conflicto aún más devastador por varias razones, aunque un par de las más importantes eran: una nueva carrera armamentística y el sentimiento revanchista de Alemania. Esta vez, bajo el régimen de un idiota llamado Adolf Hitler y su partido nazi o NacionalSocialista, los alemanes consiguieron invadir prácticamente toda Europa.

Le cuento todo esto mientras al final, recurro a imágenes del internet terrestre para mostrar algunos mapas que muestran la extensión de lo invadido por el Tercer Reich.

»Se aliaron con otros regímenes tiránicos como la Italia de Mussolini y el Imperio Japonés de Hirohito. Fueron años de horror, genocidio, bombardeos masivos sobre ciudades… Y por primera vez, los humanos utilizamos armas nucleares en la guerra. Estados Unidos dejó caer las bombas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, acabando aproximadamente entre 110000 a 250000 seres humanos, e hiriendo a otros 100000.

Los ojos de Syra se abrieron desmesuradamente ante mis palabras. Pude percibir su inquietud… y terror, la pobre parecía estar pasándola mal, estaba temblando.

—M-mira, si no quieres seguir, podemos parar aquí, de todos modos hay muchas cosas que se me pueden pasar o de las que podemos pasar inclu-

No.

Esto último, me lo dijo recomponiendose.

—¿Qué?

—No, como te dije antes, no quiero que me ocultes nada, quiero saberlo todo. Si no, no tendría sentido estar aquí, todo mi viaje no habría tenido sentido.

—¿Estás segura de que quieres continuar con esto?

—Si. Aunque… eso… eso es terrible —murmuró finalmente—. No puedo creer que su propia especie haya sido capaz de semejante destrucción y crueldad, y aun así, increíblemente, protegen a los Venlil, porque no creas que no he escuchado sobre los ataques de los Arxur a alguna estación de aquí.

Emmm, eso último no me gusto mucho, no me gusta la idea de que esos lagartos gigantes puedan invadir en cualquier momento esta estación y convertirnos a todos en carne molida, en serio, ¿donde esta mi puto pago?, porque no sé si esté dispuesto a arriesgar mi vida aquí por demasiado tiempo más.

Ah sí, las consecuencias de inscribirte en un programa semi-secreto de la ONU, servir de experimento para ver como sale esta cojudez, skill issue le llamarían algunos.

Pero logró hacerme el impasible, y asiento con algo de pesar.

—Sí, lo sé. La Segunda Guerra Mundial fue uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia. Millones de vidas perdidas, ciudades enteras arrasadas… Y el uso de las armas nucleares fue un punto de no retorno para la humanidad.

Syra tragó saliva, sus orejas gachas denotaban su angustia.

—¿Pero cómo pudieron llegar a ese extremo? ¿Qué los llevó a cometer tales atrocidades?

—Como te dije antes, fue una mezcla tóxica de ideologías extremistas, odio racial, ambiciones territoriales, infinita estupidez y una profunda desesperación tras el trauma de la Primera Guerra Mundial. El régimen de Adolf Hitler en Alemania culpó a ciertas minorías étnicas de todos los males del país y promovió un nacionalismo radical que justificaba la limpieza étnica y las políticas genocidas.

Los ojos de Syra se abrieron nuevamente horror ante mis palabras. Levanté una mano en señal de calma.

—Sé que es muy difícil de comprender y aceptar. Esa ideología era irracional, discriminatoria y completamente alejada de cualquier rastro de empatía. Pero lamentablemente, ese tipo de mentalidades tóxicas han surgido a lo largo de nuestra historia cuando los pueblos se han sentido desesperados y buscan chivos expiatorios.

Syra asintió despacio, aún conmocionada pero haciendo un esfuerzo por comprender. Decidí continuar mi relato para darle un panorama más completo.

—Después de la Segunda Guerra Mundial y el horror de las bombas atómicas, la humanidad experimentó un pequeño despertar de conciencia. Se fundaron organizaciones como las Naciones Unidas para fomentar la paz y la cooperación global. Hubo un gran impulso en áreas como los derechos humanos, la igualdad y el rechazo al racismo y demás clases de pensamientos verdaderamente dañinos.

»Sin embargo, los conflictos no se detuvieron por completo. Durante la llamada Guerra Fría, las dos superpotencias restantes, Estados Unidos y la Unión Soviética, compitieron en una carrera armamentística nuclear que puso al mundo al borde de un holocausto atómico en varias ocasiones, incluyendo pruebas nucleares, varias detonaciónes.

Syra me escuchaba con atención, su expresión mezclaba leve alivio por mis palabras sobre la ONU, aunque note como se abrían sus ojos, no del terror, es como si se hubiera dado cuenta de algo que en su cabeza hizo un “click”. Y luego pareció hacer un apunte, algo más rápido de lo habitual.

Claro, tal vez se acordó de nuestro primer chat, en el que me preguntó cómo es que los humanos no estábamos extintos.

—Afortunadamente, nunca se llegó a una guerra nuclear total. Al final, la Guerra Fría terminó sin un enfrentamiento directo gracias a negociaciones, protestas pacifistas masivas y la creciente toma de conciencia global sobre el peligro de las armas nucleares—profundizo—. La verdad es que nunca llegamos a una guerra nuclear total, pero hubo muchos incidentes que estuvieron a punto de desatarla. Cosas como la Crisis de los Misiles en Cuba en 1962, cuando la Unión Soviética instaló misiles nucleares apuntando a Estados Unidos. O en 1983, cuando un fallo en los sistemas de alarma soviéticos casi provoca un ataque nuclear por error. Fueron tiempos muy tensos.

Syra me mira con sus grandes ojos avellana, orejas ligeramente gachas en señal de preocupación.

—Eso debió ser realmente aterrador—comenta en voz baja—. Como si un simple malentendido hubiera podido borrar toda su civilización de la existencia.

Asiento con gravedad.

—Así es. Los humanos sentimos que habíamos creado un monstruo imparable con las armas nucleares. Una fuerza tan destructiva que ningún bando se atrevía a usarla por miedo a las consecuencias. Fue una carrera armamentística absurda y sin sentido, motivada por el pánico mutuo.

»Pero por suerte, al final, la Guerra Fría terminó a finales del siglo XX. La Unión Soviética se disolvió y muchos de sus países se independizaron. Estados Unidos emergió como la única superpotencia mundial por un tiempo.

Hago una pausa, notando la mirada pensativa de Syra.

—¿Podrías hablarme más sobre estos Estados Unidos? —pide con lo que parece genuina curiosidad—. Por lo que describes, parece haber sido una nación muy poderosa e influyente en tu mundo.

Asiento, reajustando mi posición en el asiento.

—Estados Unidos es una federación de cincuenta estados conformados tanto por antiguos territorios británicos en América del Norte, como por conquistas posteriores. Desde su independencia a finales del siglo XVIII, se convirtió en una potencia económica, militar y cultural de primer orden.

»Su sistema de gobierno republicano y democrático, con una separación de poderes ejecutivo, legislativo y judicial, tarde o temprano, se antepuso a otros países y “siguieron” su ejemplo. Aunque claro, no todo fue perfecto. Tuvieron que librar su propia guerra civil por la esclavitud en el siglo XIX.

Veo a Syra fruncir el ceño mientras toma notas ávidamente.

—¿Otra de sus guerras civiles, por esclavitud? ¿A qué te refieres con eso?

Mierda, ya metí la pata de nuevo. Respiro hondo antes de responder.

—Es… otro de esos capítulos oscuros de la historia Syra. Básicamente, durante mucho tiempo, en norteamérica, a las personas de un color de piel más oscuro se las esclavizaba. Los trataban como propiedad, los obligaban a trabajar sin paga y en muchos casos estos eran maltratados. Todo por conceptos errados de superioridad racial que surgieron con un par de libros o un libro francés cuyo nombre no recuerdo ahora mismo.

La expresión de Syra parece ser de horror absoluto, su cola se agita con incomodidad.

—P-pero… ¿cómo pudieron hacer algo tan atroz? ¡Eso es terrible!

Levanto las manos en señal de calma.

—Lo sé, lo sé. Y tienes razón, la esclavitud fue una práctica abominable e inhumana. Pero debes entender que en esa época, los humanos no estábamos tan… evolucionados moralmente, por decirlo de alguna manera. Teníamos conceptos muy distorsionados sobre la superioridad racial y la diversidad.

»Había teorías pseudocientíficas y conceptos tan ridículos como que las diferentes razas humanas provenían de creaciones divinas separadas o que estas diferentes razas tenían distintos “niveles” de inteligencia de nacimiento. Los europeos (sobre todo los de piel blanca), que eran la cultura dominante en esa época, solían verse a sí mismos como la "raza superior" y justificaban esa clase de trato hacia otras etnias con esas ideas de mierda.

Noto cómo las orejas de Syra se agachan, clara señal de incomodidad y desaprobación. Su cola se remueve con inquietud.

—Lo sé, lo sé —me apresuro a agregar—. Suena completamente irracional e injustificable desde nuestra perspectiva actual. Pero ese era el nivel de ignorancia que existía en esos tiempos. Afortunadamente, esas nociones fueron siendo rechazadas e incluso ridiculizadas con el tiempo, gracias a movimientos por la igualdad racial, los derechos humanos y una mayor comprensión científica.

Syra asiente despacio, aunque su expresión aún denota cierta consternación. Decido proseguir mi relato.

—En fin, como te decía, Estados Unidos jugó un papel tremendamente influyente en el siglo XX, sobre todo después de haber ayudado a derrotar a los regímenes fascistas de la Segunda Guerra Mundial. Se convirtió en la primera potencia económica, militar, científica y cultural a nivel global por varias décadas.

»Sin embargo, no todo fue poder y prosperidad. También tuvieron que lidiar con movimientos por los derechos civiles de las minorías raciales, conflictos sociales, la amenaza nuclear durante la Guerra Fría y un sinfín de desafíos internos y externos, como la competencia contra la Unión Soviética. Pero bueno, creo que no vale la pena ahondar demasiado en esos detalles por ahora.

Hago una pausa, dándole oportunidad a Syra de procesar la información. Como espero, ella tiene más preguntas.

—Entonces… ¿Estas naciones de las que hablas, como Estados Unidos o el Imperio Español, eran las más poderosas en tu mundo? ¿Las demás civilizaciones no pudieron hacer nada ante su expansión?

—Esa es… una buena pregunta. Las potencias europeas como España, Portugal, Francia, Inglaterra y más tarde Estados Unidos, ejercieron un dominio abrumador sobre gran parte del mundo durante siglos. Sin embargo, hubo otras civilizaciones que lograron resistirse e incluso prosperar en ciertas épocas.

Me aclaro la garganta antes de continuar.

—En el continente asiático, por ejemplo, surgieron imperios tremendamente poderosos e influyentes como China y Japón. Tras un primer choque con la expansión europea, ambas naciones se modernizaron y fortalecieron según sus propios términos, convirtiéndose en potencias a tener en cuenta.

»China, en particular, tiene una historia antiquísima, cuya cultura ha perdurado hasta la actualidad. A pesar de atravesar períodos muy convulsos y divididos, lograron unificarse y forjar un vasto imperio que en su apogeo dominó una gran extensión territorial, eso hasta su guerra civil que se dió en el siglo XX, pero por ahora alejémonos de eso y vayamos al siglo XXI.

—Entonces… Después de la Guerra Fría y la disolución de la Unión Soviética, ¿qué sucedió? —pregunta Syra con genuina curiosidad, sus orejas ligeramente erguidas—. ¿Las naciones humanas finalmente lograron vivir en paz?

Niego con la cabeza lentamente.

—Me temo que no fue así de sencillo. Ya sabes cómo somos los humanos, la paz duradera aún se nos hace esquiva. Pero al menos pudimos evitar una nueva guerra mundial a gran escala durante un tiempo.

—Espera…—Me dice con una expresión más preocupada de lo usual, casi aterrorizada—¿Cómo que “durante un tiempo”?

Mierda.

—Eh… bueno, lo que quiero decir es que logramos evitar una guerra nuclear total, pero hubo algunas… situaciones muy cercanas—explico con cautela—. Al final, la Guerra Fría terminó en la década de 1991 cuando la Unión Soviética se disolvió. Estados Unidos emergió como la única superpotencia por un tiempo.

Hago una pausa, estudiando la reacción de Syra. Sus orejas se mueven ligeramente mientras asimila la información.

—Eso debió aliviar mucho las tensiones en tu mundo, ¿no?—comenta con un leve destello de esperanza en sus ojos avellana.

Niego con la cabeza lentamente.

—No fue tan sencillo. Mira, los humanos logramos evitar otra guerra mundial. Pero nuevos conflictos y desafíos surgieron en las siguientes décadas.

Syra frunce el ceño, con sus orejas ligeramente agachadas en señal de inquietud.

—¿A qué te refieres? ¿Qué tipo de conflictos?

Respiro hondo antes de continuar.

—Bueno, con el avance tecnológico y la llegada del internet, la humanidad se vio envuelta en una nueva era digital. Nuevas formas de comunicación, comercio electrónico, sistemas interconectados, Inteligencias Artificiales (o machine learning), bla, bla, bla… Pero también surgieron nuevas amenazas como el cibercrimen, los ciberataques y un aumento en la desinformación y manipulación de masas.

Noto cómo Syra parece confundida, por lo que intento explicarlo mejor.

—Digamos que en nuestras redes globales la información y los datos fluían casi sin control. Algunas personas, grupos o incluso gobiernos de países comenzaron a hackear y sabotear esos sistemas para su beneficio. Se volvió un nuevo campo de batalla entre naciones, empresas…un verdadero caos a veces.

Syra asiente despacio, con esa mirada concentrada que me indica que está intentando comprender.

—Pero eso no fue lo peor. A medida que la tecnología avanzaba, también lo hacía nuestro poderío destructivo. Se desarrollaron nuevas armas aún más devastadoras…

»Para el siglo XXI, varios países potencia ya contaban con armamento nuclear y sistemas de defensa avanzados. La carrera armamentística no se detuvo, simplemente mutó a nuevas formas. La guerra cibernética y la militarización del espacio pasaron a ser prioridades ya que creíamos que si usábamos bombas nucleares se desataría un Evento de Destrucción Mutua Asegurada. Pero eso, claro, no impidió los conflictos: ataques a sistemas bancarios, virus informáticos que eran capaces de destrozar infraestructuras de instalaciones importantes para el funcionamiento de un país, como hospitales, escuelas, o instalaciones de gobiernos…

Noto la mirada de preocupación en los ojos avellana de Syra. Su cola se mueve con inquietud.

»Esta guerra cibernética y los avances en armamento digital condujeron a la Guerra de los Satélites que comenzó en el año 2082. Fue la nueva guerra más mortífera de la historia humana. Un nuevo conflicto a gran escala donde la lucha se libró principalmente en el ciberespacio y el control orbital. No recuerdo los detalles exactos, ya que toda esta mierda ocurrió antes de que yo naciera. Pero según los registros, la cosa se desató por una pelea entre India y Pakistán debido a… bueno, un puto video generado por IA de ciudadanos y militares indios atacando a pakistaníes en una aldea fronteriza en la región de Cachemira. Las tensiones ya estaban candentes por temas territoriales y esas vainas clásicas de aquella región, pero ese video fue la gota que derramó el vaso. Ambos países se declararon la guerra de forma mutua y sus aliados se fueron sumando al conflicto, o se unieron otros países ajustando cuentas con sus vecinos aprovechando que el mundo no los “observaba”. Al principio parecía una disputa más de las tantas que habían tenido esos dos países vecinos a lo largo de su historia y que al final se calmaría y se iba a convertir en una especie de “Guerra Fría 2”. Pero rápidamente se “calentó” y se descontroló por completo.

Nuevamente, Syra abre los ojos casi como platos.

—En poco tiempo, las redes eléctricas e infraestructuras críticas de casi todos los países cayeron víctimas de ciberataques y sabotajes coordinados. Plantas de tratamiento de agua potable, sistemas de distribución de alimentos, comunicaciones… todo se vino abajo en cuestión de semanas para ciudades enteras. La situación se volvió dantesca en muchas regiones. Sin agua, sin electricidad, sin forma de recibir ayuda… millones de personas comenzaron a morir poco a poco por inanición, deshidratación y a manos de grupos violentos que aprovecharon el caos. Era como si volviéramos a la Edad Media o épocas aún peores.

»Sin electricidad, sin agua, sin forma de recibir ayuda… millones de personas en ciudades enteras comenzaron a morir lentamente por inanición, deshidratación y a manos de grupos violentos que aprovecharon el caos para saquear y aterrorizar.

La mirada de Syra ahora ya es de horror absoluto. A decir verdad, no la culpo. Y solo me gustaría darle un abrazo, o tan siquiera acariciarle la cabeza para calmarla, pero sabiendo cómo nos ven, y como está Syra ahora mismo, creo que eso sólo crearía más problemas.

Solo espero que no me tema por siempre.

—¿Y-y cuántas víctimas fueron esta vez?—Me pregunta con voz temblorosa.

—Las cifras más a la baja se calculan en poco más de 180 millones de bajas, las más pesimistas, unos 235 millones de muertos para cuando terminó la guerra, en el 2086. Y el número de heridos más optimista se calcula en 200 millones de personas, mientras que el más pesimista asciende hasta los 400 millones de heridos. Y terminó con un nuevo intercambio nuclear, esta vez entre India y Pakistán, en la región que lo inició todo, Cachemira.

—Eso es… es simplemente horrible —murmura al fin con voz temblorosa—. No puedo ni imaginar el sufrimiento que debió causar esa guerra. T-tantas muertes, tanta destrucción…

Asiento con pesar.

—Sí, fue una época de pesadilla para la humanidad. Creo que mi mamá no me contaba mucho sobre ello porque ella apenas era una recién nacida en Perú cuando ocurrió. Pero me dijo que mis abuelos y otras personas mayores sí la pasaron muy mal en ese entonces, incluso en la posguerra. Sin luz, sin agua potable, sin servicios de ninguna clase, sin poder conseguir alimentos por la falta de suministros… poco faltaba para que se desatase el final del mundo.

Recuerdo las pocas veces que mi madre me habló sobre ese período. Su voz cargada de amargura, sus ojos ensombrecidos por los recuerdos.

—En todo caso —prosigo—, esa guerra destrozó por completo al mundo, tanto en infraestructura como en confianza mutua entre naciones. Estábamos al borde del colapso total como civilización, y como especie. Fue entonces cuando se negoció el Tratado de Shanghái.

Syra me mira con atención, su respiración lenta y profunda. Parece estar procesando toda la información.

—Este Tratado —continúo explicando— fue firmado por prácticamente todos los países del mundo, aunque promulgado por las principales potencias como Estados Unidos, China y Rusia. Se establecieron regulaciones estrictas sobre el desarrollo y uso de la Inteligencia Artificial con fines militares, estratégicos, y varios casos civiles. Básicamente se buscaba prevenir que ocurriera otro desastre como la Guerra de los Satélites y al final la ONU sufrió una reforma para adquirir más poder para al menos intentar que el mundo no se fuera al demonio por otra guerra a gran escala.

Hago una breve pausa, dándole tiempo a Syra para asimilar. Ella asiente despacio, invitándome a continuar.

—Pero eso no fue todo. Los líderes mundiales también acordaron impulsar los programas espaciales de cada nación. La idea era que, por si acaso volvía a ocurrir un conflicto devastador en la Tierra, la humanidad tuviera opciones de supervivencia en el espacio. Colonias permanentes en la Luna, Marte y más allá. Un "plan de contingencia" por si las cosas se iban al carajo en nuestro mundo.

Syra parece reflexionar sobre mis palabras. Sus orejas se mueven ligeramente mientras procesa la información.

—Entonces… ¿todos esos esfuerzos por explorar el espacio y establecer colonias fuera de su planeta fueron motivados por el miedo a otra guerra catastrófica? —pregunta con cautela.

—En parte sí, y en parte por otra cosa…

—¿Q-qué cosa?

Miedo.

—¿¡Pero a qué otra cosa podrían tenerle miedo!? Han pasado por demasiadas cosas para tener miedo, sois depredado-

Soledad.

—¿Qué?

—Todo parece que fue por un miedo que puede vencer incluso a la extinción, a lo desconocido, a todos los miedos que alguna vez tuvo la humanidad: La soledad.

»Nos dimos cuenta al estar al borde de la extinción, ¿qué quedaría sobre nosotros para otros allá afuera?, ¿había otros allá afuera tan siquiera? Si no había otros allá afuera, nosotros tendríamos que esparcir la vida por el universo para crear “copias de seguridad” de la vida, una misión que el azar nos había encomendado, una que quizás sería demasiado, por eso cuando se pudo, los países más poderosos trabajaron en métodos para viajar más rápido que la luz, o FTL. Si es que se podía en primer lugar. Que tal vez nada importaba o todo importaba, la incertidumbre más grande que existía, estaba a las puertas de nuestra especie…

—Y es aquí cuando entramos nosotros, ¿verdad?

—Si, después de casi 50 años exactos, pues se logró inventar el viaje superlumínico, y llegamos hasta vuestro sistema hace un par de meses, y pues aquí estoy. Charlando contigo sobre una breve historia de mi especie—. Le digo antes de emitir una pequeña risa, tal vez triste.

Nos quedamos en silencio un momento.

Puedo notar los sutiles movimientos de su nariz y sus grandes ojos avellana evaluándome con escepticismo. Sé que le he contado cosas terribles sobre la historia de la humanidad, y temo que eso solo haya reforzado sus peores miedos y prejuicios hacia mi especie.

Y de repente, siento como algo suave se apoya contra mi, y me rodea con sus brazos.

Syra me está abrazando.

—Ya no están solos. La humanidad nunca más estará sola, lo prometo.

Los ojos se me humedecen un poco, pero logró juntar toda mi fuerza de voluntad para contener mis lágrimas, salvo mi familia, pues jamás había recibido un abrazo tan sincero, tal vez quiero llorar no por el abrazo en sí mismo, si no por lo que significa para mi, parece que a pesar de todo, no me teme. Al final correspondo el abrazo lentamente.

Y la verdad, es lo que se imagina uno al abrazar a una oveja, cabra, o peluche. Es muy suave, casi adictivo, y dan ganas de acariciar el pelaje.

No quiero que este momento termine.

Por favor, ojalá esto durase para siempre.

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