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No nos han enviado nada aún


Begoña Gómez consultó con la Universidad Complutense de Madrid (UCM) el procedimiento para registrar el software desarrollado para su cátedra, así como una marca para el producto. Sin embargo, abandonó el proceso cuando se informó a la esposa del presidente del Gobierno de que el registro debía hacerse a nombre de la Complutense al «100%». Tampoco siguió adelante con el registro de una marca a nombre de la universidad, algo que en realidad ya había hecho a título privado.

Así se desprende del cruce de correos entre la esposa del presidente del Gobierno y el área universitaria encargada de ese tipo de gestiones, la OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación).

La defensa de Gómez sostiene que la directora del máster en Transformación Social Competitiva mantuvo informada a la universidad de sus intenciones de llevar el software desarrollado para su cátedra al Registro Territorial de Propiedad Intelectual. Esgrime para ello un correo del 7 de septiembre de 2022 que refleja las gestiones iniciales con la UCM.

El primer correo sobre ambos asuntos es de la víspera y lo dirige a la OTRI una de las dos colaboradoras de Gómez: «Fue un placer que nos pudiéramos conocer en la reunión de ayer. Gracias por explicarnos los temas de patentes de marca, de propiedad intelectual y conocer cómo nos podéis ayudar. Tal y como quedamos os hacemos llegar nuestros datos de contacto para que podáis hacer llegar qué datos necesitáis para empezar los trámites para la patente de la marca y la propiedad intelectual».

Al día siguiente, la OTRI se pone en marcha: «Os adjuntamos un formulario interno para que lo cumplimentéis, por favor, y nos lo devolváis», escribe a Gómez y su equipo. «Os iremos solicitando nuevos documentos que nos deberéis ir haciendo llegar», añade.

Un mes más tarde, la UCM enviaba otro correo para seguir adelante con el trámite y en el que se explicitaba que la propiedad del software correspondía a la universidad, un asunto que se da a entender que ya habían abordado antes. «Tal como hemos acordado hace un momento te adjuntamos un modelo de contrato de cesión de derechos a la UCM para que la titularidad de esa obra sea 100% UCM al tratarse de una obra en colaboración con personal UCM que sí tiene dicha vinculación muestra la colaboración se recogerá en el contrato de cesión de derechos que dice entre otras cláusulas».

Se le reproducía a Gómez y su equipo un fragmento de esas cláusulas, que indica que los autores del trabajo […] facultan expresamente a la UCM para identificarles como autores y facilitar sus datos personales ante el Registro territorial de la propiedad intelectual en caso de que se realice la inscripción de la obra».

Pese a todas esas gestiones puestas en marcha, al día siguiente, 7 de octubre de 2022, un correo interno del departamento refleja que la cátedra de Gómez no está respondiendo. «No nos han enviado nada aún», arranca un mensaje dirigido a la jefa del departamento de la UCM responsable de los registros.

«Ayer puso en contacto con nosotros por teléfono Cristina, una de las acompañantes de Begoña Gómez en la reunión que tuvimos en tu despacho y ya anteriormente [personal de la UCM] había atendido otra llamada de ella consultando esto mismo. Le hicimos hincapié en la necesidad de que exista vinculación laboral con la UCM para que nos encarguemos de este trámite en la OTRI. Ella nos respondió que ninguna de las tres tiene dicha vinculación laboral, pero que era un encargo de un tal señor Ruano [codirector de la cátedra] y del Vicerrector Doadrio (que también figurarían en la obra). Le dijimos que entonces perfecto […] y mediante su vinculación la obra sería de cotitularidad UCM 100%», añadía el mismo correo dando cuenta de las gestiones con la cátedra.

«El trabajo que ellas desarrollaran (con su correspondiente porcentaje de participación de las tres autoras) tendría que estipularlo en el ‘contrato de cesión de derechos a la UCM’ como autoras también, autoras reconocidas por la UCM, siendo la titularidad enteramente UCM con el 100%», concluía.

Unos meses más tarde, en febrero de 2023, la UCM retoma el asunto «por indicación de la dirección de la OTRI» y con la intención de «poder avanzar en este tema». «Se os envía de nuevo el formulario de comunicación de invención para el RTPI [Registro Territorial de Propiedad Intelectual]», se informan a Gómez.

La UCM le recuerda al equipo que «para llevar a cabo el registro de software» resulta «fundamental» que se devuelva cumplimentado el formulario que ya les había hecho llegar meses antes y que vuelven a remitir.

La cátedra de Begoña Gómez no siguió adelante con el procedimiento y no se registró el software a través de la Complutense. En la investigación interna para comprobar la actuación de Gómez, la UCM también preguntó al registro si lo había presentado en su propio nombre, pero el resultado fue negativo.

Lo que sí detectó la universidad es que la mujer de Sánchez había registrado como marca el nombre de la cátedra que impartía en la Complutense. Coincidiendo casi con su creación, en noviembre de 2002, Gómez anotó a su nombre en la Oficina de Patentes y Marcas la marca «TSC Transformación Social Competitiva». Y en abril del año pasado, «TSC Transforma Plataforma de Medición de Impacto Social y medioambiental www.transforma TSC.org».

El informe interno de la Complutense comunicaba al juez que la universidad «no tuvo conocimiento de la posible existencia de tales marcas» hasta verlo en la prensa. Y eso pese a que, además del registro del software que no se concretó, Gómez había consultado también a la UCM el registro de marcas.

La Complutense trasladó a Begoña Gómez el procedimiento «sobre la marca a registrar». «Nos debéis enviar el nombre de la marca y el logotipo asociado a ella». No hubo tampoco registro de marca en favor de la Complutense, sino que Gómez mantuvo el que ella ya había inscrito y al que acabó añadiendo una segunda marca también a su nombre.



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