“Hijo, ustedes no inventaron el sexo; lo nuevo es hablar tanto…”, se quejó la madre de un adolescente de 18 años que le confesó que tuvo sexo a través de una pantalla con su novia. “Si no estuvieron juntos en una cama, no cuenta”, le contestó una veinteañera a su amiga que le contó, en confianza, cómo fue pasar la noche con la pareja que tiene a distancia, y con quien solo intiman al compartirse fotos y videos eróticos. Así es como las generaciones más jóvenes vivieron el florecer de su vida emocional en plena pandemia y el sexo digital, con el sexting o sexteo como una de sus formas, fue un “boom” en la sociedad.
En la era de la hiperconectividad, con la tecnología en modo omnipresente en la vida, las relaciones humanas encontraron un nuevo espacio para la expresión intimida. Desde el las llamadas eróticas (que ya parecen de otro tiempo) vía el telefónico clásico, hasta el sexo virtual en pandemia, la revolución tecnológica y digital abrió las puertas a una dimensión que va más allá de la proximidad física.
El sexo telefónico, con sus inicios en el siglo pasado, fue uno de los primeros pasos hacia la intimidad virtual. A través de llamadas, las personas encontraron una forma de explorar sus deseos y fantasías sin la presencia física del otro. Aunque en aquellos tiempos estaba limitado por la tecnología disponible, sentó las bases para futuras formas de intimidad digital.
Con la popularización de internet, el sexo virtual dio un salto significativo con la llegada de las webcams. Plataformas como Chatroulette, Chaturbate y CamSoda permitieron a las personas conectarse con otros a través de video en tiempo real. Esta modalidad brindó una experiencia más inmersiva y visual, al tiempo que impulsó la industria del entretenimiento para adultos.
La evolución del sexo digital también vio surgir distintos modelos de negocios. Algunas plataformas ofrecen servicios gratuitos, donde los usuarios pueden interactuar con otros miembros sin costo alguno. Sin embargo, suelen limitar ciertas funciones y ofrecer ventajas adicionales a través de suscripciones pagas. Por otro lado, existen plataformas exclusivas de acceso pago, con contenido premium y una mayor privacidad.
¿EL SEXTING ES SEXO?
El crecimiento del sexting (“sex”, por sexo y “texting”, relativo a escribir mensajes) o sexteo -en español), dentro de las prácticas que engloba el sexo digital, en la Ciudad y en el país es un fenómeno que refleja los cambios en las formas de relacionarse y expresar la sexualidad a través de las nuevas tecnologías. En efecto, consiste en enviar o recibir imágenes, videos o mensajes de contenido sexual, erótico o pornográfico por medio de dispositivos electrónicos, como celulares, computadoras o tablets.
Hay muchas aplicaciones que se pueden usar para hacer sexting, pero es importante elegir una que valore la privacidad y la seguridad. Algunas opciones populares incluyen Signal, Telegram y WhatsApp, que ofrecen cifrado de extremo a extremo para proteger sus mensajes de ser interceptados por terceros. También es una conviene usar una contraseña fuerte y habilitar la autenticación de dos factores para proteger aún más su cuenta.
Según un informe de la ONG Grooming Argentina, cuatro de cada 10 jóvenes argentinos practican sexo virtual y el 35% de ellos reveló haber recibido un pedido de foto o video íntimo a través de internet. Estos datos muestran que el sexting es una práctica cada vez más extendida entre los jóvenes, pero también que muchos de ellos lo hacen por presión, curiosidad o falta de información.
SendNudes, un proyecto sobre sexting y difusión no consentida de material íntimo creado en conjunto por el Observatorio de Derecho Informático Argentino, relevó este tema. En sí, el estudio arrojó que el 83% de las personas consultadas practicó el sexting alguna vez, pero solo el 41% lo considera sexo.
El sexo digital puede servir para intimar con alguien que está lejos, pero tiene sus riesgos / Freepik
Según una encuesta realizada a jóvenes argentinos entre 15 y 25 años por el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el 40% practicó el sexting alguna vez en su vida, y el 20% lo hace con frecuencia. Estos datos muestran que el sexting es una realidad cada vez más extendida entre los jóvenes, que utilizan las nuevas tecnologías como parte de su sexualidad.
El sexting puede ser una forma de seducción, diversión, autoafirmación o exploración de la propia sexualidad, pero también implica riesgos y desafíos, como la difusión no consentida del material íntimo, el ciberacoso, el chantaje, la extorsión o la violación de la privacidad y los datos personales.
Por eso, es importante tomar medidas de seguridad y prevención al realizar sexting, como pedir y dar consentimiento explícito, proteger los dispositivos con contraseñas o antivirus, evitar mostrar el rostro o datos identificatorios en las imágenes o videos, borrar el material después de enviarlo o recibirlo y denunciar si se produce una situación de abuso o violencia.
LA PANDEMIA
Con la llegada de la pandemia, en pleno el distanciamiento social emergió el sexting como una forma de sexo digital que sirvió para mantener la conexión sexual en una época de restricciones físicas. Mensajes de texto, fotos y videos íntimos compartidos, a través de aplicaciones de mensajería segura o redes sociales privadas, se convirtieron en una alternativa para mantener el deseo y la conexión emocional.
Aplicaciones de mensajería segura y redes sociales privadas sirvieron para compartir mensajes de texto, fotos y videos íntimos. De hecho, se presentó como una forma segura de mantener la pasión y la complicidad con la pareja, a pesar de la distancia física.
Las plataformas de videoconferencia, que volvieron omnipresentes en el ámbito laboral, también encontraron un espacio para la intimidad. Algunas parejas y personas solteras descubrieron en estas herramientas una manera de tener encuentros virtuales más íntimos, lo que permitía una mayor sensación de proximidad y conexión emocional.
EL FUTURO
A medida que la tecnología avanza, el sexo digital evoluciona. El desarrollo de la realidad virtual y la aumentada podría abrir nuevas posibilidades para una experiencia aún más inmersiva e interactiva. No obstante, es importante abordar este tema con precaución, estableciendo límites claros y respetando el consentimiento en todas las interacciones virtuales.
Mediante varios dispositivos tecnológicos se puede hacer sexting / Freepik
La realidad virtual es una tecnología que sumerge completamente al usuario en un mundo digital generado por computadora. En el contexto del sexo digital, esta podría recrear escenarios íntimos y realistas donde las personas pueden interactuar con avatares o modelos virtuales de sí mismos y sus parejas. Estas experiencias podrían ir desde encuentros virtuales más simples hasta encuentros más complejos que involucren todos los sentidos, incluido el tacto mediante dispositivos hápticos.
La realidad aumentada es otra tecnología que está en constante desarrollo en este tiempo. A diferencia de la realidad virtual, donde el usuario se sumerge en un entorno digital, en este caso, la tecnología citada superpone elementos virtuales en el mundo real que recrea a través de dispositivos como smartphones o gafas inteligentes. En el contexto del sexo digital, esta aplicación podría permitir a las parejas interactuar virtualmente mientras comparten un espacio físico real.