Según la RAE normalizar es «Regularizar o poner en orden lo que no lo estaba». Si el metro mide lo mismo aquí que en cualquier lugar del mundo (del mundo civilizado, se entiende) es porque se definió como tal, se normalizó, se puso en orden. Esto no ocurre en las zapatillas (ni en el textil). Básicamente cada uno hace lo que considera y nadie lo ha regulado. ¿Cuántas ampollas, descontentos y emisiones de CO2 por devoluciones nos ahorraríamos si las tallas estuvieran normalizadas? Y es que el problema de acertar con la talla de las zapatillas lo sufrimos todos los corredores y la era de internet no ha venido a mejorarlo.
La horma, clave de todo
La horma de una zapatilla es ese volumen patrón alrededor del cual se construye la zapatilla en sí. Es una pieza clave en el desarrollo del calzado y puede ser determinante en su éxito comercial, puede definir una zapatilla en concreto o ser santo y seña de una marca que la diferencia de otras. Por ejemplo, Salomon era tradicionalmente estrecha para ganar en precisión en terrenos de montaña técnicos mientras que Altra hace gala de un amplio espacio para los dedos y tiene su legión de fieles seguidores por ello.
La horma se define en los primeros estadios del desarrollo de una zapatilla y el resto de elementos se ajustan a ella: sin horma no hay zapatilla realmente. Al volumen que crea y que va destinado al pie se le añaden el resto de elementos, la parte superior y la mediasuela pero de la horma —del pie— nace la zapatilla y no al revés.

Los intentos de normalización de las hormas
Aunque en el mercado profesional hay hormas digamos que prototípicas a las que te puedes ajustar como fabricante —hay hormas tipo Nike, tipo Asics, etc.— pero lo normal es que cada marca desarrolle las suyas según sus propias ideas. Es cierto que las hormas tienden a converger así como los tallajes pero lo hacen de una forma irregular y no normativa porque no hay una reglamentación de obligado cumplimiento al respecto. Un 43 europeo es parecido en unas marcas y otras… pero esa aproximación no nos vale a los corredores porque nuestros pies sufren impactos, rozaduras y flexiones por miles durante cualquier entrenamiento. Aunque decimos que se ha ido tendiendo a una normalización la variedad es lo suficientemente importante como para que no valga ese «aproximadamente» entre marcas… ¡ni siquiera dentro de la misma marca!
Porque sí, dentro de la misma marca no se utilizan las mismas hormas para los distintos modelos de zapatillas y es entonces cuando el problema de acertar con las tallas de las zapatillas es aún mayor. Pero hay formas de minimizar los errores los cuales en muchas ocasiones nos damos cuenta cuando ya hemos corrido uno o dos días, es decir, ya no hay posibilidad, en buena lógica, de devolución.

El cómo y el cuándo importan para elegir tus zapatillas
Tradicionalmente se ha dicho que es bueno ir a probarse calzado por las tardes, con los pies ya ligeramente hinchados después del día. Es una buena costumbre. Pero añadimos un factor más en el caso de los corredores: si podemos, después de entrenar. No hace falta que sea inmediatamente y por supuesto duchados y con calcetines limpios, pero ese haber corrido antes acerca el volumen de tu pie al que tendrá cuando estés corriendo con tus zapatillas nuevas.
Otro consejo es llevar calcetines de correr a la tienda —por grosor y tacto— y que no sean los más finos, escoge un grosor medio de tu cajón y llévalos contigo a la tienda. Aunque en ocasiones las tiendas tienen calcetines para ese fin con los tuyos minimizarás los errores que es de lo que se trata.
Prueba y reprueba pero evita el showrooming
El tercer consejo es que te pruebes las zapatillas. ¿Suena obvio, no? ¿Invalida esto a las tiendas online? No, por supuesto, pero si queremos acertar lo mejor es tener variedad de tallas (y modelos) y probar en tus pies, nada es comparable a esta experiencia, así que no te cortes en probarte varias tallas, flexionar, saltar un poco, corretear por la tienda hasta que estés seguro de tu elección.
Por decoro, por respeto y porque todo el mundo tiene derecho a ganar dinero honradamente evita el showrooming. El showrooming es la práctica de probarse en tiendas las zapatillas pero comprarlas al mejor postor online. No lo hagas. Comprar en línea tiene ventajas y desventajas igual que hacerlo en tiendas físicas, asúmelas, no eres el centro del mundo ni estás por encima de quien te vende o te deja probar su material.
Comentarios, comparadores y… preguntar
En muchas webs de venta de zapatillas, de las propias marcas incluso, existen recomendaciones sobre el tallaje en las que hay tablas de las propias marcas comparándose con la competencia. Nadie gana nada si tú fallas como usuario y comprando a distancia hay que compensar esa falta de experiencia de la prueba real del calzado.
Una posibilidad es utilizar conversores como este pero son muy genéricos. Otra es leer los comentarios del producto, por ejemplo al «paseante solitario» lucense de la captura inferior le parece que la talla es correcta. Sólo hay un comentario, cierto, pero da una idea; y cuantos más haya más fiable será. Otra posibilidad es preguntar, no pierdes nada y hay gente amable que contesta. Si te gusta que lo hagan hazlo tú también con otros.
Sacando el metro
Todas las marcas de zapatillas miden en medidas americanas (US), inglesas (UK) y europeas (EU). Muchas en japonesas (JP o JPN) y algunas lo pone también en centímetros o milímetros, que es la japonesa. ¿Y si nos fiamos del metro que sí está normalizado?
Pon un papel el en suelo pegado a la pared, ponte de pie con calcetines y marca en el papel adónde llega tu dedo más largo (no tiene porqué ser el dedo gordo, ojo). Esa medida de tu pie es una buena referencia a la que se le puede sumar medio o hasta un número más en centímetros.
¿Y si nos quedan pequeñas?
Si no has estrenado, cambia. Si lo has hecho… puede que haya solución si no te queda demasiado ajustada. Un consejo es que corras en días alternos (o incluso menos, uno de cada tres) con la talla pequeña para ver si la consigues dar de sí poco a poco a la par que te crecen algunas durezas en las zonas de rozamiento, poco a poco. En el peor de los casos puedes dejártelas «para ir a por el pan», para entrenamientos cortos, como segundas zapatillas cuando tienes las otras para lavar.
Más ideas: para invierno, los pies están ligeramente más pequeños (o no tan desparramos como con calor); puedes usarlas sólo con calcetines finos (¡el caso es no sentir que has tirado el dinero!); y la última recomendación es que le pongas plantillas más finas, rebusca en zapatillas viejas o compras unas, al bajar el pie con unas plantillas más finas ganas volumen también a lo largo, ancho y alto, puede que marque la diferencia y te permita utilizarlas así en combinación con las otras soluciones que te hemos dado que no dejan de ser parches pero que pueden funcionarte si el error del tallaje no es muy grande.
En el peor de los casos y si no tienen apenas uso, dónalas, regálalas, pero no las dejes criando polvo en un armario sabiendo que no las vas a usar, se ha empleado energía, se ha emitido contaminación, se han utilizado materias primas y al menos que te quede el consuelo de que alguien les va a sacar provecho.
¿Y si nos quedan grandes?
Puede tener mejor apaño. Usar calcetines más gruesos es una solución pero quizá te restrinja su uso a meses no calurosos. E incluso el uso de dos calcetines finos es una alternativa. También puedes añadirle una fina plantilla debajo de la original para levantarte ligeramente el pie y que te reduzca el volumen interno. Otra, obvia, es apretarte algo más los cordones con cuidado de que no te haga pliegues raros. Sino, prueba sólo usar en terreno predominantemente llano, en bajadas pronunciadas el pie se desplaza hacia adelante y chocaría con la parte delantera sumando puntos para ganar la lotería de las uñas negras y las ampollas, lotería que a nadie le gusta ganar. O una combinación de varias de ellas. Todas estas soluciones se pueden revertir y sobre la marcha, te puedes quitar la plantilla adicional si te resulta molesta, lo de los calcetines tiene sencilla solución también.
Y si al final no te sientes cómodo, qué le vas a hacer, dónalas y recuerda que más se perdió en Cuba y volvieron silbando. O eso dicen.
Al final el problema de acertar con las tallas de las zapatillas nos perseguirá toda nuestra existencia como corredores (hasta que alguien invente una aplicación que escanee nuestros pies y nos recomiende la talla adecuada, que la hay), hay que tener cierto ojo, no tender a la compra compulsiva, aceptar el margen de error que toda decisión tiene y si estás cómodo con lo que llevas en los pies, repetir.